FIN DEL PRIMER DÍA DE CLASES

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Sifo ayudó a la estudiante a levantarse, mientras, Amaya y Gil estaban preocupados y ya no podían seguir la práctica. En cambio, Alexandra regresaba con su hermano para entrenar con él, haciendo a un lado a Jasir, éste quejándose de lo sucedido.

Durante el camino a la enfermería, el maestro le contaba lo difícil de su comportamiento con los alumnos.

-Me disculpo, si fui un poco exigente con ustedes -comentó Sifo, mientras sonreía. -A veces debo tomar mi papel de un maestro duro y cruel para llamar la atención de los alumnos.

-No se preocupe maestro -contestó la chica sonrojada al ver la sonrisa de él.

-También quería comentarle de la ceremonia, su presentación con el espíritu de fuego, fue algo único. -Se detuvo enfrente de una puerta blanca grande, la abrió y volteó a mirarla. -Jovencita, algo me dice que usted hará grandes cosas como una Guardián Fuego.

Ambos sonrieron en complicidad y entraron por la puerta.

Era una habitación enorme, como un campo de fútbol, con camas blancas, las cuales están a la derecha e izquierda, pegadas a unos ventanales grandes. Recorrieron el pasillo de camas hasta llegar a un escritorio donde una mujer estaba escribiendo en pergaminos, se acercaron para interrumpirla.

-Buenas tardes enfermera Florence -dijo el maestro.

La enfermera levantó la vista y sonrió.

-Buenas tardes maestro Sifo -respondió mientras se levantaba de su escritorio. -¿A qué viene su visita a estas horas?

-Una disculpa por interrumpirla, pero tenemos una lesionada en la clase. Se lastimó la muñeca en la práctica -explicó y señaló a la niña de lado.

Sin vacilar Florence se dirigió a la niña para examinarla. Con mucho cuidado hizo un movimiento de rotación en su muñeca.

-¿Te duele si tratas de girarlo? -preguntó Florence.

Zara afirmó con la cabeza aguantando las lágrimas para no sentirse avergonzada.

-Muy bien, acuéstate en la primera cama y reposa un momento. En tanto me preparo para atender tu herida -dijo la enfermera encaminando a la niña a la cama junto con Sifo.

Una vez acostada, el maestro se despidió de ambas. Se dirigió a la puerta y sonrió por última vez antes de salir por ella, dejando a las dos anonadas. En eso la puerta se volvió abrir. Las cabezas de Gil y Amaya se asomaron por la entrada. Al verlos, la enfermera los invitó a pasar para acompañar a la paciente. Florence, se dirigió hacia la parte trasera de su escritorio a escoger los ingredientes necesarios para la sanación, dejando a los niños hablar.

 Florence, se dirigió hacia la parte trasera de su escritorio a escoger los ingredientes necesarios para la sanación, dejando a los niños hablar

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-Sabemos que no fue un accidente. Todos en la clase vimos como sucedió -comentó Amaya sentándose en la cama.

-Lo sé, solo debo cuidarme de ella, eso es todo -dijo Zara.

El Oráculo de Zara. "Despertar del Fénix"حيث تعيش القصص. اكتشف الآن