Capítulo 8: El nuevo elemento

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El sudor resbaló de mi frente y se metió en mis ojos

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El sudor resbaló de mi frente y se metió en mis ojos. Me ardía, mucho, pero no podía limpiarme sin perder el control o sin quemar mi cabello. Mis manos estaban extendidas hacia el frente, cubiertas de fuego. El asistente de Coni me atacaba sin parar con más llamaradas que a duras penas lograba desviar. Y no podía hacer mucho más sin delatarme, sin dejar de reprimirme. Era fastidioso, pero ya había comprendido que muy necesario.

Desde que había decidido ocultar los nuevos aspectos de mi personalidad, desde que había decidido confiar en la palabra de la sombra y fingir que solo era otra niña ingenua, todo a mi alrededor comenzó a adquirir más sentido. Al pensar que yo no comprendía o que en realidad no les prestaba atención, las personas del laboratorio, el asistente de entrenado, Coni e incluso Samuel se habían vuelto descuidados con la información que manejaban. Y de esa manera yo me había enterado de que alguien, un superior, le insistía a Samuel con que yo debía presentar mayores progresos. Esa era la razón de que Coni tuviera un asistente, que en realidad era un supervisor. Por eso el hombre me atacaba casi sin piedad, a pesar de que yo me esforzaba en demostrar que no iba a poder resistir mucho más de esa manera.

Coni y Samuel observaban todo a lo lejos, desde fuera de la zona de entrenamiento. De reojo podía apreciar como Samuel se encontraba con el ceño fruncido en dirección al hombre y como Coni se espantaba cada vez que el fuego pasaba demasiado cerca de mí. Porque nada era tan simple, tal vez yo no me quemaba con mi propio fuego, pero ninguno de allí era mío, eran todos del asistente. Y con ese sí me podía quemar todo con la excepción de mis manos.

Esquivé otra llamarada y me giré justo a tiempo para ver como Coni salía del lugar con el celular en sus manos, como si estuviera por responder una llamada. Solo quedaba Samuel vigilando y eso no era muy bueno para el asistente. Porque a Samuel no le gustaba que se sobrepasaran con la fuerza o el agotamiento excesivo, se lo había escuchado mencionar a Coni hacía unos pocos días. Por lo visto, las veces que permitió que los otros entrenadores fueran duros fue por culpa de alguien en un cargo superior, que no le dejó otra opción y que, al ver que no resultaba, le había permitido que me entrenaran como a él le pareciera mejor.

El asistente aumentó la velocidad de sus ataques y titubeé. Tenía dos opciones, defenderme y derribarlo, porque sus defensas eran muy malas, o seguir fingiendo que no sabía ninguna técnica más y aceptar el hecho de que probablemente me quedaría una quemadura enorme en el rostro por el resto de mi vida. Y yo planeaba vivir muchos años, encontrar a uno de los puros que la sombra siempre mencionaba y pedirle que me cediera su inmortalidad.

Trastabillé por culpa de estar distraída, sin embargo, logré recuperar el equilibrio. No tuve mucho tiempo para pensar cuando una llamarada apareció de la nada. Intenté esquivarla, pero el fuego logró estrellarse contra mi hombro derecho. Me mordí el labio inferior con fuerza, no me había quemado, gracias a que mi ropa estaba preparada para eso, pero el calor que se había concentrado en la zona me había ardido bastante.

Negué con mi cabeza. No podía permitir que el hombre siguiera quemándome. Pero solo quedaban unos pocos minutos más antes de que el timbre sonara. Solo debía aguantar un poco más y el tiempo de entrenamiento concluiría y yo no me delataría al defenderme de repente. El hombre parecía saber que se estaba por agotar el tiempo, porque sus ataques comenzaron a venir desde mi izquierda y mi derecha al mismo tiempo. Cada vez se me hacía más difícil esquivar el fuego. Ya ni siquiera podía mirar de reojo hacia donde se encontraba Samuel y tampoco podía desconcentrarme como para llamar a la sombra en caso de emergencias.

La sombra oculta (completa)Where stories live. Discover now