Capítulo 44: Las internacionales

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A las internacionales solo podían calificar treinta y dos equipos, nosotros habíamos quedado en el puesto número dieciséis de las clasificaciones

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A las internacionales solo podían calificar treinta y dos equipos, nosotros habíamos quedado en el puesto número dieciséis de las clasificaciones. Por esa razón fuimos uno de los últimos equipos en competir. Recién tuvimos nuestra primera batalla el segundo día, batalla que ganamos bien. Así que pasamos a la parte dos de cinto. El tercer día tuvimos nuestra segunda batalla, que también ganamos y pasamos a la parte tres. El cuarto día ganamos nuestra siguiente batalla, lo que nos permitió llegar a las semifinales que estábamos por competir, justo hoy, el cuarto día.

Me acerqué, seguida de Silas, a Logan y Allen. Su equipo sería quien abriera las semifinales. Competirían contra el equipo inglés, el de Anabel y Josh, y nosotros lo haríamos contra el equipo italiano.

—Diría que espero que ganen, pero no estoy segura de si quiero competir contra ustedes en las finales.

—¿Por qué?, ¿temes que podamos vencerlos? —se burló Logan.

Allen le dio un golpe en el estómago y el pelinegro se quejó. De reojo vi como Silas rodó los ojos. Tomé su mano y clavé mis ojos en el rubio.

—Quién será el capitán en las próximas batallas, ¿tú o Logan?

Allen clavó sus ojos unos segundos sobre la mano que tenía entrelazada con la de Silas con curiosidad.

—No sé, haremos piedra, papel o tijeras para decidirlo —le restó importancia—. ¿Por fin superaste tu miedo al compromiso? —se interesó, lo que provocó que los ojos de Logan se posaran también sobre mi mano y la de Silas.

—Sí...

—¿Antes de las internacionales? ¿No te preocupa tener una discusión con él y que ambos se distraigan por culpa de eso? —cuestionó Logan con el ceño fruncido.

—¿Por qué discutiríamos antes de una de las batallas? —cuestionó Silas en mi lugar.

—Yo qué sé, podría pasar —replicó Logan y una sonrisa perversa se pintó en sus labios.

—No —le advertí yo.

—No comiences, Logan, por favor —pidió Allen.

—Creo que mejor me voy —dijo Silas.

Intentó soltarse, pero no se lo permití.

—Logan no va a decir nada —gruñí y le dediqué una mirada cargada de advertencia al chico frente a mí—. Imagínate lo mucho que se molestaría tu padre al enterarse de que estás jugando sucio, Logan, no creo que a Ryder le guste nada y, como sabrás, es el encargado de la protección de mi escuela, es decir, vino con nosotros —resalté y la sonrisa se borró de a poco del rostro del ojiazul—. Ya, me parecía.

Conocía a Ryder desde niña, sabía muy bien que él se preocupaba siempre con que Logan hiciera lo correcto. Lo había escuchado cientos de veces darle un largo sermón sobre ser honestos y jugar limpio, sermón que Samuel luego siempre me decía que ignorara, que jugar limpio no siempre era bueno.

La sombra oculta (completa)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora