Capítulo 28: Las locales

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Me desperté con mejor ánimo del que había esperado

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Me desperté con mejor ánimo del que había esperado. Suponía que era porque la noche anterior, obviando el incidente con Logan y Allen, la había pasado bien.

Salí de la cama y me vestí con mi uniforme especial para las batallas, si bien yo hoy no competiría, era obligatorio que todo el equipo lo llevara puesto. Me preparé lo más rápido que pude y salí en busca de Silas, que me había dicho ayer que me estaría esperando en la sala común.

—Te ves nervioso —comenté cuando llegué a su lado.

Él me sonrió, pero segundos después su sonrisa se convirtió en una mueca que luego también fue remplazada por el gesto que delataba siempre delataba su nerviosismo: la mordida de labios.

—Las competencias comienzan en una hora, me levanté hace tres para poder desayunar y no vomitar en medio de la batalla, pero mira. —Elevó sus manos que se sacudían de manera leve—. Estoy tan nervioso que me tiembla todo el cuerpo.

Eso me provocó una sonrisa.

—Con todo lo que entrenamos, con todo lo que tú entrenaste, debes tener en claro que vamos a ganar —intenté tranquilizarlo, aunque no era buena en ello.

—Tú y yo fuimos los que entrenaron día y noche, el resto del equipo no —se lamentó en voz baja para que nadie más pudiera escucharlo—. Además, no importa si entrené. ¿Qué pasa si anoche nos pasamos demasiado tiempo hablando con Basil? ¿Y si estoy demasiado agotado como para luchar o coordinar bien mis movimientos? ¿Y si ellos son mejores? Creo que voy a colapsar...

La sonrisa se borró de mis labios. Me paré frente a él de puntitas y lo tomé de los hombros para que su mirada se centrara en mí y no en el resto del cuarto.

—Respira y recuerda, nos va a ir bien, es un hecho —aseguré y él tardó en obedecerme.

—Que digas que es un hecho, con tanta seguridad y con esa mirada oscurecida, me recuerda a una película, es como si ya hubieras arreglado con alguna mafia para que nos abran el camino hacia la victoria —bromeó con voz temblorosa.

Por lo visto el nerviosismo no se le iría hasta que entrara en el campo y viera que la victoria iba a ser nuestra.

—Nah, eso sería demasiado trabajo, y ni siquiera me podría llevar el crédito, así que no lo haría —le seguí el juego para ver si eso lo tranquilizaba.

—Y luego dices que no eres egocéntrica, no quieres ayudarnos a ganar porque no podrías llevarte el crédito —destacó.

Me alejé de él y me encogí de hombros. Quizás sí era egocéntrica, pero no me pesaba en la consciencia y era probable que jamás me pesaría.

—¿Listos? —preguntó Simmer apareciendo frente a nosotros.

Yo asentí, a pesar de que estaba claro que solo le interesaba la respuesta de Silas. El pelirrojo, en cambio, se mordió con más fuerza el labio, tanta que pude observar como se formaba un pequeño hilo rojo debajo de sus dientes.

La sombra oculta (completa)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu