Obelia rinde alabanzas al joven heredero Alpheus.
La espada del Imperio.
El protector de su majestad.
─────────────────────
historia en español |
prohibido copias
o adaptaciones de ella.
toda imagen puesta en esté libro le pertenece a esté l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ante sus ojos se levantaba un dios. Anastacius Day de Alger Obelia. El actual emperador de todo el Imperio en donde el Sol nacía con cada mañana.
Él se encontraba sentado en su lustroso trono, de almohadas aterciopeladas de una tonalidad color roja, donde las partes de está estaban hechas de oro puro. Una riqueza inigualable se alzaba delante de sus ojos. Él, su emperador. Su señor y su protección.
—El hijo de Alpheus. —hasta su voz era tan sedante. Debido a los rayos de luz que ingresaban por las ventanas de al lado derecho, hasta su misma imagen parecía la de una deidad inimaginable—. ¿Qué edas tienes?
—Tengo... 9 años.
—9. —parecía estar analizándolo. De arriba hasta abajo. Su apariencia era tan similar a la de su padre—. El hijo de un Duque y de una esclava. —sintió un escalofrío correr por su espalda. Sí. Ahora su voz había cambiado, ya no era tan calmada sino brusca. Su linaje, no, su sangre ¿Puede que eso sea de su desagrado?—. Me han comentado que eres un prodigio en el combate aún teniendo una temprana edad.
—Serviré a su majestad, Emperador Anastacius. Aquí y en campo de batalla.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ahora estaba delante de ese hombre tirano. El usurpador del real trono del imperio de Obelia, aquel que se atrevió a robarle la corona a su rey Sol.