Mi Jefe (Norray) PAUSADA

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𝕱𝖊́𝖑𝖎𝖝 𝖕𝖗𝖊𝖘𝖊𝖓𝖙𝖘: 𝕸𝖎 𝖏𝖊𝖋𝖊; 𝖈𝖆𝖕. 𝟐𝟏

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Ambos se tomaron un baño por separado ya que, según Ray, el espacio de la bañera no era suficiente para dos personas, obviamente excusas para poder estar en paz.

Mientras Ray estaba en el baño, Norman estaba sentado en una silla, reflexionando sobre la vida.

– ¡Che Norman! Tráeme el toallon que está en mi pieza, por favor.

– ¡Si! – gritó el albino antes de salir corriendo a buscar el toallon.

Subió rápidamente las escaleras y entró a la pieza de Ray buscando con la mirada algún toallon, sin poder ver nada prendió la luz y ahí estaba el toallon, doblado en la silla con un montón de ropa encima.

Este sacó cuidadosamente cada prenda que había en aquella silla y las dobló para luego dejarlas en la cama con cierta prolijidad.

Un vaso se calló así de la nada, Norman se puso más blanco de lo normal, él creía fuertemente en todo lo espiritual, le importó poco el resto de la ropa que quedaba, sacó el toallon tirando las tres remeras que le faltaron doblar, cuando estaba por salir la puerta se cerró de golpe y este sin dudarlo pegó el grito de su vida y se metió abajo de las sábanas.

Por alguna razón este empezó a rezar, era ateo, pero en situaciones así dejaba de ser ateo.

Se escuchaba como la puerta se abría lentamente, él ya decía que iba a morir.

– ¡BOO! – gritó ray después de haber saltado de repente a la cama. Norman gritó como nunca en su vida lo había hecho, al escuchar como Ray se cagaba de risa se dio cuenta que todo era una joda, entonces decidió salir de abajo de las sábanas para ver a Ray.

– Hoy te bajo el sueldo a un 99% – dijo Norman mientras salía de la cama para poder pararse al frente de Ray que estaba tirado en el piso ahogándose con su propia risa.

Sin esperar más, Norman dejó solo a Ray en la habitación, saliendo de la casa para poder ir a controlar su empresa, a la cuál ya llevaban casi dos días sin estar ahí presente.

Como era de esperarse, al pasar los minutos, Ray se empezó a ahogar con su propia saliva, provocandole una fuerte tos que hizo que se dejara de reír.

El teléfono del azabache empezó a vibrar, entonces Ray se levantó del piso y se fijó quien lo estaba jodiendo, ¿Quién más iba a ser? Obviamente Norman, a este no le importó nada y colgó la llamada, supuso que lo llamó para que vaya a trabajar, que era justo lo que iba a hacer cuando se terminara de reír.

Mientras este buscaba la ropa para ponerse, se dio cuenta que estaba en bolas, y lo estuvo todo el tiempo, "que vergüenza la concha de la lora... bah, que importa si él ya me vio hasta el alma" pensó para después continuar cambiándose.

Por otro lado, Norman estaba siendo interrogado por Emma en su propia oficina.

– ¿Dónde está Ray?¿Le hiciste algo?¿Qué le pasó?¿Cómo está?¿Estuviste con él? – esta pequeña y atrevida antena estaba esperando a Norman sentada en aquella silla que era solo para el jefe.