Madre e Hijo

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Afrodita estaba triste, no quería dejar a Adonis en el inframundo, pero tenía que visitar a sus familiares a Troya y según Ares es muy peligroso llevar a un bebé a un lugar como ese.

Ella reflexionó y pensó que su amante tenía la razón, sería tonto llevar a una criatura a una situación tan horrible como lo era una guerra.

En fin, de todas maneras este pequeño estaría en buenas manos. La verdadera situación estaba ahí mismo, donde la rubia se tenía que despedir del nene.

Ay A-ares, voy a e-extrañar mucho a A-adonis Le expresó Afrodita con mucha tristeza a su novio.

Ares trataba de consolarla, le daba un abrazo reconfortante, diciendo que pronto podría ver otravez a Adonis.

Solo tenía que esperar con el tiempo.

Ya lo verás pronto, no te preocupes. Lo van a cuidar y vas a estar bien, tranquila amor.

Ella asintió y ambos procedieron a marcharse de ahí, para seguir con su ruta.

En el inframundo, todo estaba relativamente bien, hasta ahora nada malo ha sucedido —lo cual es demasiado particular, ya que normalmente hay mucho caos ahí mismo—, con respecto a la estadía de Adonis, todo pasó con aceptación por un gran sector de...

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En el inframundo, todo estaba relativamente bien, hasta ahora nada malo ha sucedido —lo cual es demasiado particular, ya que normalmente hay mucho caos ahí mismo—, con respecto a la estadía de Adonis, todo pasó con aceptación por un gran sector del lugar.

Perséfone tenía una rara su fijación por el niño, ya que no lo dejaba solo por mucho tiempo y le prestaba un montón de atención como si su vida dependiera de ello.

En cuanto a Hades, él no ha tenido tanto tiempo de calidad con Adonis, porque estaba —como siempre— sobrecargado de trabajo.

Aún así notaba como su esposa pasaba todo el tiempo con el niño y no le para bola a nada más que a él.

El dios estaba cabizbajo, pensaba en métodos de cómo hacer que su mujer le prestará atención como antes, extrañaba a la antigua y dulce Perséfone, pero parecía que jamás volvería.

Mientras Hades trabajaba y pensaba en varias cosas, Perséfone pasaba tiempo de calidad con el rubio, el cual reía ante las acciones de la diosa. Le daba juguetes, le daba cariñitos, le contaba historias, incluso le daba de comer al pequeño, le trataba como si fuese su propio hijo de sangre.

Incluso amaba más al niño que al bebé que tenía en su gran vientre de embarazada.

Eso sí, debía admitir que no le gusta que nadie —aparte de ella— se le acerque a Adonis y menos si es una ninfa.

¡Esas tipas! La castaña frunció el ceño, mirando con odio a las ninfas, que solo se sorprendieron y se asustaron por la mirada de la diosa.

Parecía que las quería hacer polvo.

Perséfone trataba al pequeño como el hijo que siempre deseo tener, y estaba contenta, ya que podía ver a Adonis crecer y estar feliz a su lado.

Estaba totalmente agradecida por tener a ese niño con ella y cuidarlo con mucho amor.

Hasta que un día, Perséfone se le rompió la fuente, su bebé estaba a punto de nacer, Adonis ya un poco más grandecito no entendía que ocurría, hasta que llegó gente a sacarlo de la habitación.

Llamaron a Ilitía, diosa de los partos, a ayudar a la reina con su hijo. Pasaron horas pero finalmente el recién nacido nació sano.

La partera le dió al bebé que era una niña, del cual su piel tenía una extra característica, la cual era de un color mitad negro y mitad blanco.

Le llamaron Melinoe.

Sería la futura diosa de los fantasmas y las ofrendas a los muertos, aparte de ser la primera princesa del reino.

Perséfone estuvo cuidando de la niña varios días, con ayuda de las ninfas, mientras tanto Adonis pasaba tiempo de calidad con Hades, que cuidaba en algún momento libre que tuviera, el resto de tiempo dejaba a las ninfas al cuidado del pequeño rubio.

La reina pensó que Melinoe, no era tan mala después de todo, incluso sintió un pequeño apego hacia la pequeña pero aún así prefería estar con Adonis.

Así que un día en particular, fue por el niño, observando como las ninfas jugaban y reían con el, esto hizo estallar de ira a Perséfone, que rápidamente, le quiso quitar el bebé de las manos a una de ellas.

¡DÁMELO YA NINFA! La reina ordenó y la muchacha inmediatamente le hizo caso.

En eso, se fue dejando temblado al seguido de chicas.

Perséfone vió como él la observaba con temor, está pensó en que podría calmarlo, empezó a arrullar y a cantar una canción de cuna, lo cual surtió efecto. Luego de unos varios minutos se quedó dormido en los brazos de la castaña.

Está sonrió para sí misma, que ese momento había olvidado la presencia de Melinoe en el cuarto.

La niña estaba jugando con sus propias manos, por lo que no había problema para su madre en ignorarle.

La niña estaba jugando con sus propias manos, por lo que no había problema para su madre en ignorarle

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ʙᴇʟʟᴇᴢᴀ ᴄᴀᴘᴛᴜʀᴀᴅᴀ╏ℙ𝕖𝕣𝕤𝕖́𝕗𝕠𝕟𝕖×𝔸𝕕𝕠𝕟𝕚𝕤×𝔸𝕗𝕣𝕠𝕕𝕚𝕥𝕒Место, где живут истории. Откройте их для себя