—¿Para qué quieres saberlo? No creo que te importe.

Si te lo estoy preguntando es por algo.

"¿Para que querría perder mi tiempo en seguirte?"

"¿estoy frente a una celebridad y no me he dado cuenta?"

Sus palabras de aquella noche se hicieron presentes en mi mente.

Puse los ojos en blanco, mis manos se envolvieron en puños sobre su pecho para luego dejarlas caer a mis costados. —Entonces supongo que yo no te importo en lo absoluto, ¿qué haces perdiendo tu tiempo conmigo? —hice una pausa —que yo recuerde, habías dicho que no perderías tu tiempo siguiéndome, —ladee mi cabeza. —La otra noche.

Su mandíbula se tenso y su rostro tomo una expresión fría, dándome una mirada fría igualmente, él retrocedió.

Una sonrisa de victoria se formó en mis labios, lo había callado.

—Cambias muy rápido, ¿ya te lo han dicho? —y es cierto, cambia de humor muy rápido, primero estaba con su personalidad egocéntrica y ahora está a la defensiva.

—No me conoces —me sorprendió lo fría que sonaba su voz. Paso a mi lado, mi hombro choco contra el suyo y yo me voltee para seguirlo.

—Ni tu a mi —contraataque.

—Eres muy molesta, ¿sabes?

Crucé mis brazos y me encogí de hombros—, al menos no soy como tu

Además, él había iniciado la conversación, no yo, pero claro, el rey de el mundo debe de pensar que todas lo buscan como que si fuera la única coca cola de el desierto.

Se volteó y se acercó a mí con su estúpida sonrisa.

—De nuevo juzgando sin conocer a los demás, ¿eres así todos los días, bonita?

—No, ¿pero qué más puedo pensar de alguien que me habla de ese forma por primera vez?

—¿De que forma? —el metió sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

Negué con la cabeza, —olvidalo.

—¿Cómo te llamas? —su mirada permaneció sobre mi en todo momento, como si estuviera observando cada uno de mis detalles sin perder ningún movimiento.

Dude un poco antes de responder.

—Estela.

—Mmm, bueno es hora de que te vayas y dejes de molestar, Estrella.

—Mi nombre es Estela—

El chasqueó la lengua interrumpiendome mientras se inclinaba más a mí—. Okey —hizo una pausa y me dio una mirada divertida —Estrella.

Mi boca se abrió para decir algo pero la cerré rápidamente, sabía que lo hacía apropósito. —¿No piensas decirme tu nombre?

—Hades.

Hades...

Fruncí mis labios para evitar una risa, ¿Adivinen que? fue imposible. Reí por lo bajo y con eso confirme que mi humor está roto. No he conocido a alguien que se llame como un dios griego, los nombres raros que conozco son de mis amigos extranjeros. Realmente no sé si me estaba riendo porqué me causaba risa o porque estaba nerviosa.

—Disculpa, —añadí por haberme reído—. ¿Como el dios griego? —sonreí y mordí mi labio inferior, mi mirada era divertida—, que originalidad tuvieron tus padres, eh.

—Sí, muy originales —la incredulidad era clara en su voz.

—Agh, que amargado, ¿eres así todos los días, Hades?

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now