Te Soñé

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No sabe cuanto tiempo lleva mirando a un punto fijo de la calle que si le llamaran a jurar no sabría decir qué tiene de especial. Es una farola, o eso cree. Luz es, de eso no tiene duda, pero no se preocupa por saber de donde viene.

Siente pasos, pero no busca a la dueña. Tiene la seguridad de saber quien es, y esa sensación de oír como alguien se acerca y no voltear la cabeza porque te sabes a salvo es algo que desea que le pase a todo el mundo al menos una vez en la vida. Él había encontrado esos pies que creaban la melodia perfecta en cualquier suelo con cualquier zapato y, cerrando los ojos mientras espera que llegue hasta donde está, se cree el más afortunado del planeta.

—Te he hecho café —es la primera vez en más de dos horas que escucha algo externo que no es el ruido de los coches que transitan de madrugada.

—Gracias. ¿No puedes dormir? —no duda en coger la taza que sostiene su novia e invitarla a sentarse a su lado.

—Digamos que no ayuda levantarme con una pesadilla y no verte en la cama. Intuí que estarías aquí —apoya su cabeza en el hombro de Leo dejando caer todo el peso y la preocupación que sintió hace unos minutos, aunque solo fuera por unos instantes.

—Siempre has tenido la intuición muy aguda —se ríe sinceramente. Su novia se las pilla todas.

—¿Me vas a decir que haces a las tres menos cuarto de la mañana en la terraza? Porque no me creo que te guste helarte de frío a oscuras.

—No sé, me ha dado por ahí. ¿Has visto ya lo bonita que está la luna? —la verdad es que Abril ni siquiera había levantado la cabeza para mirarla. Niega y luego fija su vista en los ojos de Leo.

—Supongo que estoy tan acostumbrada a que esté ahí cada noche que no le presto atención.

—Yo también lo supongo.

De repente, como si de un pacto se tratase, ambos guardan un silencio cómodo y necesario. Las posiciones no cambian. Ella con la cabeza en su hombro y él con la suya apoyada en la de su novia. Él sigue mirando a la nada pensando que lo tiene todo a su derecha. Ella está con los ojos cerrados, y es de las que no cierran los ojos delante de cualquiera.

El café se quedó frío hace ya un rato y cada vez tiene menos sentido seguir ahí afuera, pero resulta casi imposible romper esa burbuja que han creado.

Leo empieza a notar mucho más ligera la respiración de Abril. No es más que una señal de que el sueño le está ganando.

—Entra, anda. Ahora voy e intentamos dormir —Abril abre los ojos con la mayor rapidez que puede y asiente levantándose.

—Oye, Leo —se para justo en la puerta, donde todavía él puede verla al completo—, yo miraría cada día tu lado de la cama para ver lo bonito que estás, aunque esté acostumbrada a que estés ahí cada noche —hace referencia a la conversación que tuvieron hace tan sólo un rato.

—Lo sé. Yo seguiría queriendo contigo luna llena —los dos asienten a las palabras del otro. Recuerdan aquel día en el que Abril se abrió en canal y le contó a Leo su vida anterior y como Leo había usado esa frase procedente de una canción que hoy vuelve a hacerles sonreír.

Mientras Leo recoge la taza y lo que ha sacado a la terraza, Abril vuelve a la cama con el firme propósito de esperar a que llegue su novio, abrazarse a él y no abrir los ojos hasta el día siguiente. Él no llega mucho después y tampoco pone pegas a las intenciones de Abril.

—Buenas noches, Leito —lo dice ya pegada a su pecho, buscando la posición más cómoda.

—Te voy a empezar a cobrar un alquiler por este cuerpo que tienes en usufructo, ¿cómo hacías cuando no me tenías de almohada? —siendo sincero le encanta tenerla cerca, lo más cerca que se pueda.

—Pues me imagino que la mitad de las noches dormir incómoda y la otra mitad no dormir —encoge los hombros dando la sensación de que es obvio lo que acaba de confesar.

—Bueno, por lo menos la mitad de las noches dormías. —deja un beso en la parte de la cabeza de su novia que tiene más cercana —Eso quiere decir que no fue tiempo perdido.

—Creo que todo ese tiempo te soñé.

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¡Buenos días!

Me paso por aquí un martes por la mañana para saldar deudas que tengo con ustedes.
Estos días están siendo un poco caos y, a parte de no encontrar un momento de tranquilidad para sentarme a escribir, cuando la inspiración y tu interior se ponen de acuerdo para hacerte una jugarreta a ti no te queda más remedio que parar un poco el ritmo.
El caso es que este capítulo es el que tendría que haber subido hace dos domingos. Poco a poco iré subiendo hasta que recuperemos la programación normal (espero y deseo). No sé los días exactos que subiré los que les sigo debiendo así que se los encontrarán de sorpresa o todos juntos cuando vengan el domingo.

Echaba muchísimo de menos a estas dos personitas que son entre hijos y amigos. Siempre es una terapia reencontrarme con ellos.
El próximo capítulo nos visita Val, por eso hoy hay tanto azúcar, para compensarles la espera y el siguiente.

Por cierto, les dejo por aquí la canción original porque por algún extraño motivo (es Wattpad, mejor no buscar explicaciones) no me deja ponerla en la portada.
Arriba les dejo a Camilo y Evaluna cantandola a su manera. Un regalazo, también lo digo.

No tengo nada más que decir por hoy. Esperando que hayan tenido un bonito regreso a la rutina me despido hasta quien sabe cuando (intentaré que sea el domingo como muy tarde).
Un abrazo enorme a todos y todas 💛

LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora