Recosté mi espalda en la silla para apoyar un cuaderno en la mesa de al frente. Tenía que terminar una tarea de matemáticas.

—¿Cómo está tu hermana, Ax? —lo miré de reojo.

Pude notar como su semblante decayó pero poco después fingió una pequeña sonrisa—. Estable.

—Estable —murmuré para mí misma.

¿Cómo podía sentir tanta tristeza por alguien que solo he visto unas cuantas veces? Fácil, además de que es la hermana de mi mejor amigo. Se lo que se siente estar en medio de la vida y la muerte, he pasado por eso. Es tan estresante pensar que al otro día tal vez ya no estés aquí. Es tan doloroso ver a tu madre llorar de estrés por no poder asegurarte que estarás viva y sana.

Cuando vivía en Francia tenía un trastorno alimenticio. Aunque no era tan avanzado ocasiono muchos problemas en mi salud, llegando al punto de que los médicos me dieron pocas posibilidades de vida. Y aquí estoy, con suerte.

En ese tiempo yo tenía tan solo 8 años, estaba viviendo algo demasiado estresante que ni siquiera debería afectarme. Mis padres pasaban por un mal momento de su relación, recuerdo cuando fingía estar dormida, en realidad trataba de no llorar a escondidas con sus gritos de fondo. Entonces, por el estrés deje de comer lo que debía; muchas veces las personas no solo dejan de comer para adelgazar.

Una sonrisa empática se dibujó en mis labios, mi mano se posó en su hombro para dar unas palmaditas—. Ella se mejorará, ya verás.

Asintió y siguió con su dibujo.

Después de un rato el salón yacía vacío, las dos chicas se habían ido, al igual que Axel. Yo me quedé unos minutos más, aprovechando el silencio y paz. Me acerque al piano en el fondo, llamaba la atención por los colores llamativos que habían utilizado para pintar en el.

Hace unos años estuve en clases y aprendí una canción específica:

Dernière danse de indila.

Es la canción favorita de mi madre, me gustaba ver cómo se emocionaba mientras la tocaba.

Sentada en el banco empecé a tocar, hace mucho que no lo hago, pero no he perdido la técnica.

Je remue le ciel, le jour, la nuit
Je danse avec le vent, la pluie
Un peu d'amour, un brin de miel
Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse.

Que multifacética; ¿Que más haces? ¿Vuelas? —río luego de que terminara de tocar. Eso provocó que mis ojos se abrieran con sorpresa y mi pecho salto al escucharlo. Busque inquieta en dónde estaba y lo vi ahí, era el chico que no podía ver por el lienzo.

—¡Hades! —exclamé con el ceño fruncido.

—¡Estrella! —exclamo con diversión.

Tomé mi bolso el cual después puse las tiras en mis hombros, me levanté—. Ignora eso —sisee.

—¿Por qué, bonita? Estuvo bien.

—No hay palabra que odie más en el mundo como "bonita", así que no me digas así porfavor.

—Mmm, ¿Por cual motivo? —sumergió el pincel que tenía a mano en un frasco de pintura negra, prosiguió con su pintura.

"Bonita" «¡Es un cumplido! Debes agradecerlo». Pero en realidad cuando escuchó esa palabra siento náuseas.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now