Solían charlar, beber el té, jugar y limpiar y se divertía demasiado en su compañía.

La señora Hobbes era un poco mayor, con el pelo canoso y recogido en un moño, siempre usaba vestidos de colores opacos como negro, gris o marrón y no tenía demasiado dinero o una casa muy grande. Vivía sola desde que su marido había muerto y su hijo se había marchado con su esposa y tenía todos sus gatos (algunos también muertos) y un loro que siempre le hablaba desde su jaula junto a la escalera.

Cuando volvió a abrir la puerta le entregó a Adrian unos libros a cambio de los que él traía y forzó otra sonrisa.

—En serio lo siento, pero tendré que pedirte que no vuelvas a visitarme, Adrian...No puedo mezclarme con...Ya saben...

Jonathan se regresó para volver a su caballo y arrastró a Liam con él.

—Vamos, Adrian.

—Pero...

—Vamos, ahora.

Adrian retrocedió un tanto atontado y con la vista borrosa, viendo como la puerta se volvía a cerrar en su rostro y lanzó la vista a la bolsa antes de trepar al caballo y partir detrás de su padre.

Contuvo las lágrimas hasta que llegaron a la granja, entonces se tiró al suelo, corrió hacia el porche y lanzó las bolsas con libro hacia el pecho de Jian, empujándola en el proceso.

—¡Lo arruinaste todo ¡¿Por qué tenías que arruinarlo?! ¡Te odio!

—¡Adrian! —. Olivia miró horrorizada como Adrian corría a encerrarse en su habitación y se giró hacia Jonathan en busca de una explicación—. ¿Qué ha sido eso? ¿Qué sucedió?

—Sucede que la gente ya se ha enterado de la pequeña aventura de tu hija y ahora Adrian a perdido una amistad que para él era importante —. Subió el porche y se detuvo frente a Jian—. ¿Estás feliz? No solo arruinaste a esta familia, sino también la felicidad de tu hermano.

Jonathan se marchó dejándola muda en el porche, con los libros en sus brazos y lágrimas en los ojos y cuando comenzó a llorar, Olivia la abrazó e intentó consolarla.

Jonathan entró en la habitación de Adrian y encontró que Eli ya había acudido a consolarlo y estaba sentado junto a él en la cama, donde Adrian abrazaba la almohada para ocultar que lloraba.

—Adrian —llamó y le sujetó el hombro para sentarlo—. Siéntate, vamos, mírame...Límpiate las lágrimas ¿quieres?

Obedeció, limpiándose con las mangas de su camisa y Eli le acarició el hombro.

—Esto te sucederá muchas veces en la vida y más de las que me gustaría —explicó acuclillándose frente a él—. La gente te juzgará y te rechazará, te llamarán cosas que te harán sentir muy mal y te sentirás solo y no podrás hacer nada para controlarlo ¿pero sabes que puedes controlar?

—¿Qué?

—Como lo que te hagan te afectará, eso está en ti y solo tu tienes el poder de decidir si te importa o prefieres mandarlos a la mierda y a menos que el rechazo o las palabras hirientes vengan de tu madre o tus hermanos, manda a todos a la mierda, porque esa gente no vale nada. Ellos no estarán para ti cuando tengas hambre o frío, ni estarán para ti cuando estés pasando un mal rato ¿por qué entonces deberías dejar que te hagan daño?

—Porque es mi amiga —sollozó.

—¿Una amiga te rechazaría como ella lo hizo? —. Adrian negó—. Entonces no es tu amiga, Adrian y nunca lo fue. Ahora, no quiero que llores más, mi padre solía pegarme cuando lloraba ¿quieres que yo haga lo mismo contigo?

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now