—¿Ventaja? ¿Significa que los matarán?

—Esperemos que no, pero el espacio no alcanzará... —. Se detuvo a su lado y bajó la voz para hablar—. Debes mentalizarte para lo que estás apunto de ver.

—Ya lo sé.

—No, no lo sabes. Tu imaginación jamás podría acercarte a la brutalidad de lo que presenciaras este día y debes mentalizarte, porque una vez traigan a esos hombres del campo de batalla no puedes llorar, no puedes gritar, no puedes vomitar y definitivamente no puedes desmayarte mientras los atendemos —. Las demás mujeres se detuvieron en sus tareas al escucharlo—. Y eso va para todas. Esos hombres vendrán en las peores condiciones imaginables y el espacio no nos alcanzará, mantenerlos limpios y evitar suciedad será casi imposible. Muchos morirán y ustedes no pueden mostrar sus emociones hasta que estén muy lejos de ellos.

—¿Por qué? —susurró Penny.

—Porque si ellos las ven llorar, entenderán que no tienen esperanza alguna y los mataran más rápido.

Harvie tomó su abrigó con el símbolo del hospital y se lo colocó, agarrando también un sombrero y un rifle.

—Debo ir al campo a traer los cuerpos heridos junto con otros doctores, prepárense ¿sí? Ya no estamos en casa.

Cuando él se marchó, todas quedaron mudas e intercambiaron miradas de miedo. Creyeron tener una idea de lo que él describía y de lo que verían cuando volvieran con los hombres, pero estuvieron lejos de la realidad.

Muy lejos.

Una estampida de hombres ingresó por la puerta de la carpa cerca del mediodía, algunos cargando a otros, doctores gritando y dando órdenes, tantas personas en una misma habitación que era imposible moverse. Las seis se quedaron petrificadas sin saber qué hacer y los hombres pasando junto a ellas las empujaron por accidente intentando hacerse un lugar y comenzaron a ocupar las camas o acostarse en el suelo, otros se tiraron en la tierra afuera de la tienda y muchos cadáveres permanecieron en el campo de batalla.

Los gritos se escuchaban por todos lados, sin importar donde miraran, incluso afuera. Llanto, gritos, suplicas e insultos resonaban de forma ensordecedora, incluso mucho más fuerte que las bombas o los disparos. Cada grito, las desgarraba un poco por dentro.

—No sé si puedo hacerlo...—susurró Shyla.

Olivia se acercó a ella, sintiendo las mismas ganas de llorar y apoyó una mano en su hombro.

—Estos hombres nos necesitan...Necesitan el afecto de una mujer, el cuidado...La atención. Toda nuestra vida la hemos dedicado a cuidar de otros —. Ellas comenzaron a asentir tragando sus lágrimas—. Sabemos cómo hacerlo y es momento de que lo hagamos mejor que nunca. Las quiero a todas al servicio día y noche, no me importa que tan cansadas o tristes estén...No pararemos hasta salvar al último hombre, señoras.

—Entendido.

Las vio ponerse en marcha una por una y finalmente, respiró profundo e hizo lo mismo.

Harvie tenía razón; no era como nada que hubieran imaginado. Aunque anticipaban lo peor, la realidad era mucho más desbastadora. No sabía por dónde comenzar con tantos hombres llamando por su atención y los doctores gritando y dando órdenes de izquierda a derecha, empujándola fuera del camino y bufando por su presencia.

A excepción de Harvie, ningún doctor las quería allí y buscaban la forma de que se rindieran y abandonaran todo.

—¿Vas a hacer tu trabajo ¿o qué? ¿No eras enfermera? —. Se sobresaltó cuando un doctor le puso una sierra en la mano y comenzó a temblar—. Este hombre necesita una amputación, rápido. ¡Ya!

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora