—Ella desea estudiar ¿asegurarás eso también?

—Por supuesto, señor, no veo ningún problema con permitir que las mujeres se eduquen igual que los hombres y la evidencia es su maravillosa esposa y sus conocimientos en medicina.

Jonathan volvió a mirar a Jian a su lado y lanzó una rápida mirada a Olivia. Ella ni siquiera tenía ánimos de intervenir. Y él tampoco podía negarle a un hombre que iría a la guerra su deseo de casarse, nadie sabía con exactitud si Winfred volvería y sí había viajado tres días específicamente para pedir la mano de Jian ante la crisis que se aproximaba, entonces eso demostraba su afecto hacia la niña.

—Sí descubro que la lastimas de alguna forma o que la haces infeliz tú cabeza acabara en una estaca —. Extendió una mano y Winfred la aceptó—. Tienen mi bendición.

Jian chilló y corrió hacia los brazos de Jian, besándolo en el momento que él la alzó por el aire y giró con ella en el jardín.

—Sabía que vendrías —susurró ella en sus labios y él acarició su rostro y volvió a besarla—. Siempre lo supe.

Derby los vio besarse y reír en su pequeña burbuja de felicidad y abandonó el porche para retirarse a su carpa sin volver a mirarlos. Había algo de todo eso que no le sabía bien.

Aquella noche, Olivia se sentó en la enorme cama con su cabello suelto sobre su espalda y la camisola que Derby había quemado mes atrás cubriendo su cuerpo con un parche ocultando el agujero. Miró hacia Jonathan, mientras él comenzaba a empacar su ropa y una foto que tenía de ella, del día de la boda y contuvo sus lágrimas.

—¿Me escribirás?

—En cada momento que tenga —le aseguró y se sentó en la cama a su lado.

—¿Pensarás en mí?

—Cada segundo, nena —. Le acarició la mejilla y la atrajo lentamente hacia su cuerpo para sentarla en sus piernas—. Soñaré contigo y con el calor de tu cuerpo y tu dulce voz.

Ella se ocultó en su hombro y lloró en silencio.

Sentía que últimamente llorar era lo único que hacía y Jonathan estaba ahí, tragándose su propia angustia para consolarla.

—La guerra durará años —sollozó.

—Lo sé, nena...Pero estaremos bien.

—Podría no volver a verte en todos estos años...Y tu hijo... —. Apoyó una mano sobre su vientre y él respiró hondo—. Ni siquiera lo conocerás hasta que tenga ¿Cuánto? ¿Cinco?

—No haces que esto sea más fácil para mí, nena. Desearía poder negarme a ir, pero mi nombre ha sido nombrado personalmente...No tengo opción.

—Lo sé, lo siento... —. Le acarició la nuca con sus dedos y él se recostó contra sus pechos y cerró los ojos, relajándose con la melodía de su corazón latiendo—. Vuelve a mí, por favor...No me importa lo que tengas que hacer para lograrlo, pero vuelves con vida ¿sí?

Asintió sin apartarse de ella y la abrazó más fuerte.

—Y sí...sí debes estar con otras mujeres...para relajarte en tu tiempo en la guerra...No te sientas culpable haciéndolo —. Jonathan no le respondió con palabras y simplemente la besó suavemente, prácticamente rozando sus labios con los suyos y acariciando su lengua—. Solo...no te enamores de otra, por favor.

—Jamás podría, mi amor.

Se perdió en sus ojos grises y acarició su mejilla áspera por la barba que le crecía. Las puntas de sus narices se rozaron y el subió una mano por su espalda hasta cerrarla en su cabello y volvió a besarla esta vez como si le doliera hacerlo y es que lo hacía. Le desgarraba por dentro no saber cuándo volvería a verla, cuando volvería a estar en sus brazos.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now