『E12」

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Sus nervios se intenficaban a medida pasaban los segundos, el calor aumentaba o talvez era solo su imaginación.
Si estuviese en su forma humana, seguramente varias gotas de sudor resbalarian ya por su frente.

Estaba tan cansado. No había parado en días y aún faltaba mucho camino por recorrer.

-Sander, concéntrate- la voz de su tio resonó por la habitación esperando un poco de interés por parte del mencionado. -Te repetiré de nuevo la pregunta e intenta responder con certeza-

El Akiridiano asintió, apoyando dos de sus manos en sus piernas y con los restantes sostenía su quijada.

-¿Cómo procedemos si habitantes de otro planeta llegan a Akiridion-5?-
Como embajador y encargado de las relaciones Akiridianas, Eli se adiestraba al heredero al trono sobre las reglas burocráticas con planetas y entes exteriores.

-¿Declaramos la guerra?-

-Asegurarse de que vengan en paz, saber cual es su propósito y entonces ayudar con lo que se pueda- Acomodó sus lentes con pesadez. -Ya habíamos repasado esto a penas ayer-

-Lo siento Tio- Su voz se escuchaba desganada.

-No declaramos guerra a menos que sea necesario. Lo cual no creo-

-Lo sé-

Eli notó el cansancio en los gestos del joven. Entendía que no era fácil ser el siguiente gobernante del planeta, pero ya estaba en la edad de aprender lo necesario para algún día tomar su lugar. -Mira, sé que es difícil y que en estos días se te ha presionado demasiado. Pero no te enseñaríamos todo esto si no supiéramos que puedes con ello-

No supo si fue la sonrisa reconfortante o las primeras palabras sinceras que oía en toda la semana, pero su ansiedad se redujo considerablemente.

-Ahora prepárate, tienes entrenamiento con tu padre y más tarde irás con tu madre para ayudarle en sus tareas del reino-

-Por supuesto-
No le disgustaba la idea de ser el Rey en un futuro, sino la idea de no ser el Rey que sus padres esperaban de él o que su pueblo necesitara.

-No descuides tu punto ciego-

Solo percibía su respiración errática y la voz de su Padre dándole instrucciones.
El Rey de Akiridion era bueno en combate, pero la Reina lo era aún más. Así que, Nadia agradecia que fuese su Padre con quien entrenara, pues ya hubiera perdido contra su Madre hace varios Mekrons.

-Nadia, debes trabajar en tu resistencia. Eres veloz y tus tácticas son precisas, pero tu resistencia y concentración fallan-

-Aiden es mejor en eso que yo- explicaba, con voz agotada. -Si nos dejaras entrenar juntos...hacemos un buen equipo-

-Yo sé que ustedes dos se complementan. Son mellizos después de todo- Steve se puso a la altura de su única hija y acarició su mejilla. -Pero deben aprender a defenderse por su cuenta. Su prueba es individual y es en unas semanas-

Nadia no ignoraba los deseos de su Padre, el hecho de que esto no solo era para poder defenderse ella o a sus hermanos, sino también a Akiridion y a... Arcadia.
Comprendia que su Padre no quería que dependiera de nadie, pero si juntos eran imparables, ¿porque no permanecer así?

-Eres igual de fuerte que tu Madre y por ello sé que puedes hacer esto y más-

-Gracias Padre-

-Steve, es decir, mi Rey- Varvatos aún no se acostumbraba a llamarlo así, transcurriera el tiempo que fuera. -Sander está esperándolo en la otra arena-

-Voy en seguida- agradeció. -Ve a descansar cariño, nos vemos después-

Las calles lucían mejor luego de la restauración, el nuevo sistema tecnológico alimentaba correctamente las casas y las personas parecían felices.
Con el paso de los años, las sugerencias del pueblo Akiridiano fueron siendo atendidas, hasta llegar al hoy donde nadie tenía quejas. De hecho, todos amaban el buen trabajo que sus Padres desempeñaban en su planeta.

-¿Todo en orden por acá?- preguntó Zadra, quien acompañaba a sus altezas como escolta.

-Por supuesto- sonrió una Akiridiana de no más de 30 años. -Reina Aja, príncipe Aiden- se inclinó en forma de saludo.

-Nos alegra que las nuevas instalaciones funcionen a la perfección-

-Muchas gracias por todo lo que hace por nosotros-

-Es mi deber-

Deber

Aiden permanecía al lado de su madre, en silencio. Cuando fuese mayor, este pasaría a ser el deber de él y sus hermanos.

-Mamá- llamó el joven Palchuk-Tarron. -Haces que dirigir todo un reino parezca fácil-

La Reina le dirgió una mirada cariñosa, dando una explicación sencilla. -Un Rey siempre sabe lo mejor para su pueblo, hijo-

-¿Cómo lo sabré yo?-

-Pero si ya lo sabes, todo está aquí- decía señalando el pecho del más joven, lugar donde su núcleo se encontraba. -Llegará el día en que lo veas más claro-


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El cuerpo humano y Akiridiano podian ser distintos en varias maneras, pero hay una cosa en la que son muy parecidos. En cuanto a resistencia se tratase daban todo lo que tenían, porque mírenlo, exhausto, lleno de nervios y preocupación pero ahí estaba, en pie aún, con sus últimas fuerzas encendiendo el comunicador para hablar con su prima como se lo había prometido.

Sonó un par de veces, dándole el chance de poder despabilarse y planear que decir, ya que ni siquiera las palabras tenían coherencia en su mente cansada.

-¡Holo!- saludó la Akiridiana del otro lado del aparato, causando que Sander soltara una risita.

-¿Qué tal todo en esa bola de lodo?- bromeó.

-Iría mejor si las vacaciones no estuviesen a punto de terminar- Kristel se quejó, elevando sus 4 brazos en un gesto dramático. -No odio la escuela, pero es que no quiero que terminen sin haber podido convivir contigo-

-También te extraño, pero sabes que me será imposible llegar en un rato-
Kris comprendía, pero eso no impedía que su semblante cambiara. -Pero cuéntame, ¿Cómo están los demás?-

-Le mostré a Toni Mercado-troll la noche anterior- decía. -Y Jamie fue a México para ver a la familia de su Madre. Me prometió tamales al regresar-

-No sé que sean, pero quiero uno- pareció pensarlo antes, accediendo a probarlos finalmente. -Oh si y saludos al Nerd-

-¿Y los mellizos?- preguntó elevando su vista esperando ver rastro de ellos.

-Ya están dormidos- bostezó.

-Tu también deberías hacerlo- sugirió.

-En unos Mekrons-
¿Cuándo te das cuenta que tu energía a llegado a su límite?, pues Kristel lo supo al ver a su primo comenzar a roncar, acostado frente al comunicador.

-Fuerza, Tarron-

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