『E11」

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El reloj marcaba las 8 de la mañana en punto, la alarma había sonado hace una hora y su padre aún no se levantaba de la cama.
Su mamá había dicho que era debido al cansancio y que lo dejaría dormir un poco más; sin embargo, se suponía que a para las 8 el restaurante debía estar atendiendo a sus primeros clientes.

Achu

"Oh vaya", pensó Jamie al escuchar el repentino estornudo generado por su padre. Ahora entendía el porqué de su inopinada haraganería.

-Cariño, estás ardiendo en fiebre- Su esposa revisaba su temperatura con su mano izquierda y con la otra buscaba su celular. -Será mejor que te quedes en casa-

Marcó un par de dígitos en el dispositivo, seguramente contactando a la abuela Bárbara.
Dejó la habitación para poder hablar mejor con la persona al otro lado del auricular, dejando sola a Jamie con su Padre.

El hombre seguía envuelto en las mantas, acostado en cama como un burrito. Luchaba por moverse y levantarse, pero su cuerpo dolía.
En eso, vio a su hija menor treparse a la cama y apoyar sus manos sobre su pecho en un gesto sutil para que no se moviera del lugar.

-En ese estado no podrás hacer nada, Papá-
Jamie habló con cuidado, intentando no hacer mucho escándalo por si a su progenitor le molestara la cabeza.

-¿Pero quién se encadgadá de...

-¿El restaurante?- interrumpió Clara justo a tiempo. -Yo lo haré. Tu madre llegará después de su turno para revisarte, mientras las niñas pueden ayudarte-

-Claro- sonrió la pelinegra a la vez que Julieta reía.

-Cuiden bien a Papá por mi, ¿Si?-
Un asentamiento de parte de ambas fue suficiente respuesta para ella. -Nos vemos, amor- lanzó un beso al aire, ya que no podía acercarse mucho por riesgo de contagio.

-¿Entonces quedo a cadgo de las mejodes enfedmedas de Adcadiaaaa ¡Achu!...

-Primero lo primero, hay que tratar esa fiebre-
Jamie se dirigió a por un trapo y un balde de agua fría, para regresar al cuarto y escuchar a Jim estornudar reiteradas veces.
-Mejor dicho, a buscar más ayuda-

Kristel ajustaba un par de pernos a su nuevo invento, bailando al ritmo de la música que ella misma había puesto. Las melodías siempre le hacían concentrarse mejor, la música tenía un beat extraordinario que motivaba a su cerebro hasta cuando pensaba que ya no podía trabajar más.

Ring Ring

Ese ritmo era nuevo.
-¿De dónde viene eso?- apagó la música con sus manos inferiores y bajó las herramientas con la superiores, para volver su vista al origen de tal sonido. -Oh, es Jamie-
No tardó mucho en contestar para escuchar la explicación de su prima mayor.

-No hay problema, si puedo ayudarte. Es más, creo que Papá irá conmigo- decía.

-Supongo que, entre más es mejor-

-Solamente, debemos tener cuidado con no contagiarnos también- expresó. -Pero de eso yo me encargo-

Bajó las escaleras deslizándose por el barandal de estas, su Papi ya la había reprendido por hacer aquello, pero era más rápido que bajar escalón por escalón.

Transformándose en su forma humana, acarició las cabecitas de ambos felinos dormidos sobre el sofá, recibiendo un ronroneo por parte de la gatita.
-Papá, ¿Has visto los guantes de goma?-


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