Seguramente cuando reciban esta carta ya tendré muchas nuevas cosas para contarles, pero este es mi pequeño resumen de momento. Washington es muy hermoso y si pudiera, lo registraría todo en fotografías para que ustedes lo vean.

Espero estén haciendo caso a la abuela y estudiando mucho, yo pronto volveré a casa en cuanto nuestros asuntos en la ciudad se hayan solucionado. Los extraños profundamente, mis ángeles y les envío muchos besos y abrazos de oso.

Con mucho amor.

-Mamá.

Realmente pensó aquella última parte, por un momento había planeado firmar con su nombre como normalmente hacía cuando escribía una carta, pero con los niños eso no se sentía apropiado. Ellos la consideraban una madre después de todo; Adrian y Luke, más que Eli, pero una madre de todas formas y no quería que sintieran alguna forma de rechazo al firmar con un nombre, por eso se decidió a llamarse a sí misma mamá.

Metió la carta en un sobre y calentó la cera para sellarlo y le puso una estampilla y el destino. La carta debía llegarles durante el sábado o el domingo por la mañana, podía incluso demorarse un poco más si las enviaban por carro. Y mientras esperaba que ellos la recibieran y enviarán una respuesta, podían pasar semanas o incluso un mes. Seguramente volvería antes de recibir la respuesta.

Dejó el sobre en la mesa para que Jonathan lo llevara al correo en la mañana y se trasladó a la cama para leer un rato el libro de botánica de Trevor. Las horas comenzaron a pasar mientras avanzaba por las páginas y disfrutó de como las plantas eran presentadas; con dibujos muy precisos y un listado de sus ventajas y desventajas en el cuerpo humano. La investigación tendría que haber tomado años para que Trevor la hubiera perfeccionado a tal medida.

Dejó la cama cuando llamaron a la puerta y abrió asegurándose de que su corsé y el camisón quedaban ocultos debajo de la bata.

—Buenas tardes, señora Morgan —saludó uno de los empleados del hotel—. Disculpe le interrumpa en su descanso, pero quería preguntarle si desea cenar en su habitación o prefiere una mesa en el salón.

—¿Habrá mucha gente esta noche en el salón?

—No señora, solo algunas personas hospedándose.

—Entonces creo que cenaré en el salón.

El hombre lo anotó en la libreta que llevaba.

—¿Mesa para uno, señora?

—No, es probable mi marido me acompañe.

El hombre le agradeció por la respuesta y después de volver a disculparse por la interrupción se marchó.

Olivia no estaba segura de que tan emocionante sería cenar en un salón con otras mesas para otras personas. Nunca había sido muy fan de los restaurantes y dudaba comenzar a serlo en el siglo diecinueve. Aun así, se sentó frente a su tocador para recogerse el cabello en unas trenzas que rodeaban su cabeza y se colocó una peineta en el peinado para decorarlo antes de pasar al vestido.

No volvería a usar el atuendo de esa tarde para ir a cenar a un lugar público, pero tampoco quería usar sus mejores vestidos (toda cortesía de Dalia) y los cuales reservaba para el encuentro con Abraham Lincoln, así que optó por uno de los atuendos de noche.

Se puso la crinolette atada a la cintura sobre el corsé y las enaguas sobre esta. Le generaba una enorme falda de estilo princesa, bastante exagerada e incluso diría algo incomoda, no porque no fuera atractivo, sino porque era fácil pechar las cosas en la habitación al moverse, especialmente con la crinolette que se balanceaba hacia los lados homogéneamente y llevaba todas las telas con ella.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now