Por momentos Jonathan sí lo extrañaba, desde la adrenalina de cada viaje hasta no saber que cosas esperar del siguiente día. Eran muchos los motivos por los cuales querría volver a la banda, en lugar de permanecer en esa casa en Minnesota, cumpliendo un rol que nunca le había gustado y con una vida que no le llenaba, pero se negaba a abandonar a Olivia por su propio egoísmo, mucho menos ahora que eran una pareja. Además, dudaba poder pasar mucho tiempo lejos de ella sin extrañarla hasta las lágrimas.

La besó y sujetó sus manos contra su torso, apretando sus dedos en los suyos hasta llevarse los nudillos a los labios. Ella sonrió y su pelvis se frotó suavemente contra él, volviéndolo loco de sensaciones.

—Nos iremos en unos meses.

—Lo sé, tendré la casa lista para entonces.

—¿Y la visita a Lincoln?

—Recibí una carta de Moore esta mañana, dijo que estamos invitados a casa de Lincoln el veinte de febrero a las catorce treinta.

—Entonces tendremos que viajar a principio de mes.

Besó su cuello mientras ella hablaba y asintió ocultándose contra su hombro. Sus firmes y ásperas manos ascendieron por sus muslos y hundió dos de sus dedos entre sus pliegues para estimularla. Ella gimió y se aferró a él. Había algo que le resultaba extremadamente placentero de verla gemir de esa forma y moverse contra él en busca de más.

—No pensemos en el futuro ahora —pidió y le levantó la camisa para dejarla desnuda sobre su cuerpo—. Quiero perderme en ti.

La espalda de Olivia se extendió sobre la cama y el cuerpo de Jonathan se irguió sobre ella, con sus manos explorando todas sus curvas y sus caderas golpeando contra ella gentilmente para que sus carnes se rozaran y el placer se acumulara. Lo besó y acarició su espalda, levantándole la camisa hasta quitársela. Su piel quedó alumbrada por la luz de las velas y recorrió los músculos de su cuerpo con la yema de sus dedos, apenas tocándolo.

Tenía algunas cicatrices a las cuales no le había dado importancia en el pasado. Una se encontraba en su hombro, cerca del cuello, era ancha y la sentía contra su mano cuando acariciaba el relieve que provocaba. Jonathan se había hecho esa hacía algunos años cuando una bala lo había rozado. Había algunos cortes en su vientre que habían sanado correctamente, pero le habían dejado una marca. Se los había hecho peleando con hombres que portaban cuchillos y hasta el día actual se consideraba afortunado de que solo le hubieran cortado y no apuñalado. En su torso estaban los zarpazos de unas garras afiladas, debía haber sido su pelea con el oso, aunque la cicatriz era apenas visible, solo unas líneas blanquecinas en su piel tanto en el torso como en su espalda.

—Me siento un poco incomodo con este examen que me estás haciendo, Olivia.

—Perdona... —. Sonrió y le acarició la mejilla—. Realmente tienes un cuerpo hermoso.

—¿Lo tengo? Eres la primera persona en decirme eso —. La besó y sus cejas se juntaron—. Uhm, se siente bonito.

—Es la verdad. ¿Cómo te hiciste estas cicatrices?

Acarició las marcas en su espalda que parecían como una salpicadura de pequeñas cicatrices por su piel.

—Estaba en una casa en llamas y un montón de astillas cayeron en mi ropa y me quemaron a través de la tela. Tuve suerte la verdad, podría haberme caído el techo entero.

Volvió a besarla antes de que hablara y lo distrajera de su cuerpo y descendió con besos por su cuello y el espacio entre sus senos, se detuvo para lamer sus pezones y continuó el camino hacia su sexo, donde la debilito por completo y cualquier cosa que Olivia hubiera planeado decir quedó en el olvido.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora