Capítulo 8: Ni compañeros ni amigos

1.2K 264 311
                                    

Este era su último día en París, pero Tristan estaba pasándola tan mal que preferiría un millón de veces más estar cómodamente encerrado en el silencio de su habitación. Nunca antes se había dado cuenta de lo bulliciosos que eran sus compañeros, podía sentir la migraña construyéndose desde los lugares más recónditos de su mente, y el clima de verano a mil grados centígrados no estaba ayudando en lo absoluto. 

Como actividad de último día, el señor Clark había decidido que iban a pasarlo en grupo haciendo un poco de turismo por la ciudad y, por supuesto, visitando la torre Eiffel, que era lo que se encontraban haciendo justo en ese momento. El lugar no estaba tan congestionado como Tristan hubiese esperado, o al menos estaba lo suficientemente vacío como para que alrededor de cincuenta adolescentes estuviesen corriendo de un lado a otro, comprando recuerdos y sacándose fotos los unos a los otros.

Tristan estaba cómodamente sentado en una de las bancas, escondido de los fuertes rayos solares y protegiendo sus preciados ojos bajo sus oscuras gafas de sol Dior, eran sus favoritas y las había recibido de uno de sus amigos en Suiza en su cumpleaños pasado. Su nombre era Mark y era un chico inglés, habían pasado buenos momentos juntos y Tristan había desarrollado cierto cariño por él, pero después de pasar las veinticuatro horas del día y los trescientos sesenta y cinco días del año casi pegados por la cadera, Tristan nunca más volvió a escribirle. Quería que su último recuerdo de su más allegado amigo en el exterior fuese uno agradable, no uno de él mismo agarrándole fastidio solo porque se aburría de las personas que veía constantemente.

Estaba secándose el sudor de la frente con el dorso de su mano cuando la presencia de Peirce y Margot, a unos metros de distancia suyos y del resto de sus compañeros—como era usual—, captó su atención: Peirce estaba sosteniendo el teléfono de Margot en un ángulo extraño mientras esta última posaba frente a la torre Eiffel de una y otra forma. 

Peirce lucía particularmente bien, Tristan no recordaba que durante todo el viaje hubiera usado sus tres kilogramos de cera en el pelo como era usual, lo mantuvo todo el tiempo en un estilo despreocupado y casi desordenado. Le quedaba muy bien y, además, tenía ropa más bonita—y cara—que los aburridos trajes de color gris y el desabrido uniforme escolar. De hecho, entre más atención Tristan le prestaba, más parecido le encontraba con el Peirce de aquella noche, cuando lo vio por primera vez.

Entonces, solo porque estaba aburrido y se negó a ir con Cameron y Paul a conseguir ridículos llaveros de la torre Eiffel,  se encontró a sí mismo caminando tranquilamente hacia el par de mejores amigos. Se detuvo justo detrás de Peirce y, entrelazando sus propias manos detrás de su espalda, se inclinó sobre el hombro del pelinegro y observó cómo luchaba contra la cámara del teléfono para encontrar el mejor ángulo para la foto de Margot. 

"¿Qué clase de adolescente no sabe cómo tomar una fotografía para Instagram?" preguntó directamente contra la oreja de Peirce y se apartó lo suficientemente rápido para que no le golpeara en el rostro por el tremendo salto que pegó por la sorpresa. 

Cuando Peirce se dio media vuelta, Tristan se sintió personalmente atacado por lo adorable que lucía con sus mejillas sonrojadas por el calor intenso.

"Apareces en todos lados" le respondió Peirce, su ceño ligeramente fruncido por lo brillante que era la luz solar.

"Literalmente nuestras clases viajaron juntas"

Peirce lo ignoró y se dio media vuelta, entonces Tristan llevó su atención hasta Margot, quien estaba de pie a unos cuantos metros de ellos saludándolo con su mano. Tristan le devolvió el saludo.

"¡Tristan, enséñale a Donnie cómo tomar una foto!" le gritó la castaña desde su lugar, agitando su mano en dirección al teléfono en las manos de Peirce "¡Las tuyas son geniales!"

MoralidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora