Ejemplos de poderes físicos (1): Azote

6.4K 162 14
                                    

Dicen que con lo que mejor se aprende una explicación es con ejemplos. Hasta Jesús enseñaba con parábolas, así que haré como el maestro.

Estos ejemplos son de regalo. Podéis utilizarlos tal cual, inspiraros en ellos, ignorarlos o imprimirlos y haceros con la hoja un cucurucho de pipas. Lo que más os guste:

1) Azote

Azote tenía otro nombre antes de empezar su entrenamiento en las artes marciales. Un nombre olvidado y descartado, porque le anclaba a su pasado. Nada de él era importante: su maestro le compró clandestinamente a sus padres y lo mantuvo recluído por años.

El aikido se originó como una forma de autodefensa, pero el maestro, al que Azote nunca pudo ver sin la máscara con que se presentaba en la celda, quería experimentar con las posibilidades desconocidas, aquellas que sólo quebrar un cuerpo humano más allá de los límites de la prudencia o la cordura podían alcanzar. Azote serviría para ese propósito. El maestro le indujo a ejercicios de flexibilidad cada vez más extremos; cada articulación fue estirada, dilatada, sensibilizada. Las lesiones fueron dolorosas, pero no tanto como los esguinces, las roturas de ligamentos. El único descanso para Azote era el parco tiempo que el maestro juzgaba necesario para que la articulación o el músculo sanaran, y mientras tanto daba inicio el entrenamiento de una distinta.

Todo lo que Azote conoció fue el aikido. Todos los éxitos de su vida se basaron en él. El cuerpo que le forjaban era imposiblemente flexible, a cambio de un estado mental de sumisión al maestro y cuyo único proceso de pensamiento parecía ser responder a los estímulos. Palmas duras como el acero, que golpearon agua, arena, virutas de metal, troncos de madera pulida a golpes, granito.

Nunca se vengó de lo que se le hizo. El maestro murió de fiebres en su casa, rodeado de su familia, sin haber confesado nunca el aberrante secreto del entrenamiento de Azote. Eventualmente, la encarnación viviente del aikido tuvo hambre y sed en exceso, y respondió a esta necesidad sin más. Se deshizo de los grilletes ideados para aprisionar las muñecas y tobillos de un ser humano, absurdos y sin sentido ya para Azote. Salió al bosque y vagó como un fantasma sin voz, siendo mero poder desatado al que ninguna fuerza podía afectar, capaz de deflectar desde un mandoble hasta una avalancha pasando por un relámpago.

Se dice que todavía es posible encontrarle, y que le agradan los niños pequeños, a los que defiende con el instinto de alguien que nunca fue protegido cuando tenía su edad.

Ayuda para escritores: Creación de superpoderesWhere stories live. Discover now