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FBI conducía a toda prisa al hospital, Aimée se quedaba junto a Christian para evitar que siguiera sangrando a montones apretando con un pañuelo grueso su herida de bala, su cabeza se recostaba en los muslos de la pelirroja y sus ojos cafés cada vez se nublaban más desenfocando su visión con el paso de los segundos, el simple hecho de respirar se hacía complicado para el chico, joder, toda esa mancha de sangre no se quitaría con una lavada rápida y sencilla, era una pena, realmente amaba esa camisa. -Mantente despierto, llegaremos pronto al hospital. - Le hablaba Aimée con preocupación, mirándolo a los ojos y conectando sus orbes con el deseo y la esperanza de que el muchacho siga a su lado como si fuera un miembro de su familia. Christian sonrió con dulzura a pesar del dolor, tosiendo un poco, pero sin dejar de mirarla a los ojos, aquellos ojos Verduzcos con la belleza de una Esmeralda y el brillo de un diamante pulido. -Me acaban... De... Meter un b-balazo por... Por primera vez, en u-una investigación con FBI... Que emoción. - Vocablo y el chico río a duras penas con un cansancio notable a la audición, Aimée no podía creer que aún en ese estado seguía siendo un idiota. El auto freno de repente y el agente bajo del vehículo, abrió la puerta y cargo a Christian como si fuese un simple algodón liviano capaz de levantarse hasta con un simple meñique de bebe, la chica no quedó atrás y se adelantó a pedir atención inmediata a tono firme e intimidante cosa que los doctores no pudieron ignorar siquiera un poco, lo subieron a la camilla y se lo llevaron de urgencias dejando a los dos agentes atrás. Ambos preocupados por un novato suertudo que apenas conocían gracias a este caso, pero sobre todo furiosos, más que nadie FBI quien gracias a su lenta reacción e ignorancia a sus alrededores su novato resultó herido de un momento a otro, debería estar agradecido con Aimée pues la bala iba para él y si ella no lo hubiese quitado el criminal hubiese logrado su objetivo de quitarlo del mapa, pero no podía dar las gracias en un momento como este donde el tiempo se volvía enemigo de una vida, tratando de parar los palillos de un reloj que quería seguir andando hasta la vejez. -Nos acaban de amenazar, eso es obvio. - Dijo el, mientras comenzaba a caminar de un lado a otro con la cabeza en su mundo de fantasía en busca de respuestas o soluciones a su alrededor, comenzaba a sentirse inútil en todo esto, se carcomía la cabeza más que nunca desesperado por todos y todo, porque los otros hacían mucho y el nada, porque mientras más quiere parar más riachuelos de posibles verdades se habrían llamándolo para que lo eligiera como una respuesta concreta a su búsqueda. -Quien sea que esté haciendo esto, es obvio que no quiere que sigamos con la investigación. "Esa" Persona puede incluso estar al tanto de nuestros movimientos, no es cualquier idiota. -

-Señor, creó que debería sentarse y calmarse un momento.

-No, Aimée, necesitamos resolver esto lo más pronto posible. Estuvieron a punto de matar a Christian, no me voy a quedar con los brazos cruzados. - Ella solo observaba y escuchaba con atención lo que le decía su superior arto de no obtener los resultados que rogaba, no, que se esforzaba por obtener de una vez por todas, no era quien, para mandar a su superior, pero no podían armar un escándalo en un hospital solo se limitó a oírlo. -China lleva muerto tres meses, Francia duro un mes desaparecida, Italia apareció muerto donde encontraron a Francia y Reino Unido apareció muerto en el ataúd de China. ¿Y nosotros que hemos hecho?, No estamos ni cerca de encontrar al o los culpables ¿y así nos hacemos llamar un grupo de profesionales? - Su enojo se podía distinguir a metros del como un aura resplandeciente de su cuerpo y mirada, con un tono alto, pero sin llegar a gritar y sin despegar sus ojos de la chica a su al frente quien se mantenía con su serenidad y neutral reacción ante la situación, no sólo a su al frente si no a su alrededor. -Nosotros "no" Encontramos a Francia, nosotros "no" Encontramos a Italia, no hemos hecho nada, lo único que tenemos son simple sospechas y solo de dos muertes. ¿Qué hay de la tercera y que hay de Francia? - Ahora que lo notaba, es cierto, apenas iban tres muertos durante este periodo de tiempo de cuatro meses, cuatro meses medio si queríamos ser más exactos con el avance del tiempo desde el inicio de todo este problema, a un que para ser sinceros sentía como si en realidad le hubieran puesto una docena de cadáveres sin culpable, sin pistas y sin nada, eran muy pocas muertes para tan complejo asunto y eran demasiadas muertes para tan poco tiempo. -Algunos casos tardan hasta años en resolverse. Nosotros aún no contamos con la pieza clave, y aun así ya tenemos a un sospechoso en nuestros ojos, sin videos de seguridad y sin casi ninguna pista, a mi sinceridad me parece un gran avance. - Habló finalmente Aimée con toda la confianza en su persona, segura de sus palabras y actitudes. Francia era más que importante en todo esto, ella era su <<pieza clave>> pues era la única que aún seguía en este mundo y era la única que había visto el rostro de la persona que causó todo esto. Si lograban obtener su testimonio obtendrían dos posibles conclusiones, que no solo se trata de un criminal y que sí, pues existía la posibilidad de que los casos no estén conectados como principalmente sospechan. -Siento que falta una pieza en el juego. - Era descortés llamar a todo esto un juego, pero no lo hacía con aquellas intenciones, pues todo esto siempre lo veía como un juego de ajedrez al cual siempre le tocaba las piezas negras, si hacían un mal movimiento no sólo habría a más posibles resultados fuera de sus manos, si no dejaban a pena de muerte su Rey.



















Tres golpes suaves se oyeron a la puerta, el chico de pieles blancas y rojizas levanto la vista con leve curiosidad mientras le colocaba la tapita a aquella crema que ayudaba a sanar las heridas de su nariz provocadas por la irá y celos de la misma persona que una vez lo trato como pieza de cerámica. -Adelante. - Habló el de territorio sudamericano con un tono suave como canto de bellos ángeles, dicha persona que él ya suponía de quien se trataba entró al lugar con la misma dulzura en sus labios que solía portar cada vez que regalaba una sonrisa pero con un mareo en su cabeza y con tristes ojeras incoloras que arruinaban la belleza de su color carmín, los ríos secos en sus mejillas hacían su presencia a una simple vista día a día por los lamentos de una vida desmoronada a tan solo pocos meses de un tiempo que se suponía sería armonía, porque no siempre tienes que ser un personaje principal para sufrir, no siempre tienes que aparecer en la mayoría de los párrafos para llorar por los actos ajenos que volvieron su mundo cruel, tan solo imaginando con la calidez de una madre que abrazaba con la suavidad de una ceda y la belleza de la misma Afrodita, ocultando su dolor con el amor que brindaba a los que llamaba con tanta dulzura <<mon petit>>.

-Hola, Perú. ¿Cómo has estado? - Vocablo el de hoja de otoño acercándose unos pasos a aquel chico que tenía negado salir a siquiera pasear por su hermano, pues no era un secreto que seguía los pasos de su padre como pequeño aprendiz cegado a pesar de haber prometido que lo último que haría sería ser como el, porque seamos sinceros querido lector, por más horrible que sea a veces la historia de un pequeño en manos de personas que no lograron querer como padres, nuestro intento de ser menos como ellos nos lleva exactamente a su mismo camino, más el canadiense evitaba interferir en asuntos personales de pareja que no eran de su incumbencia. -Bien. Pero, ¿qué hay de ti?, te vez bastante mal. - Aquel tono de preocupación tan dulce y sincero era nostálgico para sus oídos, aquellos ojos con una linda tristeza por su bienestar no hacían más que cautivar aquel sentimiento que había desaparecido con el paso de los días. Canadá sin pensamientos concretos aprisiono en sus brazos a Perú, abrazando lo con fuerza mientras su cuerpo temblaba como un pobre niño desamparado en busca de su pequeña felicidad que se le fue arrebata por un completo anónimo que no era capaz de dar la cara, llorando a montones por los ruegos de querer volver al pasado y el deseo de un mundo con el abrazo sincero que solía tener de una dulce mujer que llamaba con todo amor <<madre>> Perú solo optó por sorprenderse de tal acto inesperado, más lejos de reaccionar se manera negativa consoló a aquel chico que finalmente se desahogaba con alguien, porque la mejor manera de dejar salir tus penas es tener a alguien que te escuche sin que tú digas nada nada, ya que ese siempre será el mejor consuelos de todos, solo escuchar las palabras que jamás saldrán pero que terminaran por calmar un alma en pena. Los minutos pasaron y el Nilo de sus ojos volvía a secarse, las caricias consoladoras en sus cabellos no hacían ausencia alguna hasta que el canadiense se separó apenado de su acción, mas solo notaba como el peruano lo seguía mirando con aquella dulzura y preocupación, sin juzgar ni nada como temía que lo hiciera cualquiera, tan solo con sus orbes conectadas con unos brillos en sus ojos y un rubor en sus franjas.

Celos enfermisos_USA x Perú ♡Where stories live. Discover now