Epílogo.

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|:(|

¿Ahora qué se supone que hacia? ¿Cómo se supone que enfrentaría a todos sus amigos y hasta a su propia madre? ¿Es que acaso las cosas cambiarían? ¿Y si lo hacían, sería para bien o para mal?

Eran tantas dudas y preguntas sin respuestas. Pero lo que al menos ahora le reconfortaba era tener el apoyo de Jungkook. No podía creer lo bien que la habían pasado el resto de la semana.

Dio a conocer absolutamente todo de él, se midió sus conjuntos como un modelo a su público único, le enseñó sus joyas y accesorios favoritos y en la noche, cuando se acostaban abrazados, le recitaba cada uno de sus deseos, de sus sueños más profundos y de todo aquello que jamás le había hablado.

Esa semana fue un príncipe con su rey, y claro, su abuela echando porra. La anciana estaba encantada con el apuesto y amable azabache, ¡todo iba de maravilla!

Hasta que la semana acabó y debían volver, él aun tenía dos semanas más, pero su abuela insistió en que era hora de enfrentar su realidad y no le quedó de otra que empacar todas sus pertenencias con miedo y nervios.

—Deja de pensar tanto, bebé.— pidió su novio, ayudándolo a recoger. Jimin suspiró, tratando realmente de calmarse— Ellos no te juzgarán, y el que lo haga se las verá conmigo.— trató de animarlo diciéndole aquello, pero no ayudaba en nada para ser realista.

—Tengo tantos nervios, así me sentí cuando llegaste y me viste vestido de esa manera.— susurró.

—¿"Esa manera"? Es tú manera, es simple ropa, son simples gustos diferentes. Ve, si quieres me mido una de tus faldas y vamos así a clases.— propuso viéndose totalmente serio, el pelirosa lo miró incrédulo negando con la cabeza y soltando un par de risas.

—Estas loco.

—¡Lo haría! Solo si así te sentirías más cómodo.— explicó sonriendo. A Jimin se le cristalizaron los ojos, haciendo un lindo puchero se acercó al azabache y lo abrazó con cariño.

—¿Harías eso por mí?

—Haría todo por ti.

Jimin suspiró, con el corazón enamorado y las mariposas revoloteando. Jungkook tomó suavemente su barbilla, elevando su rostro y con suma delicadeza besó sus labios jugando con su labio y tanteando con su lengua.

Íntimamente habían dejado que las cosas surgieran por sí solas. No habían pasado de besos y toques superficiales, pero Jimin no veía hora para expresar físicamente todo lo que su mente imaginaba, sabía que Jungkook debía adaptarse y él no lo presionaría en nada.

—Lo haré.— susurró sobre sus labios— Puedo hacerlo, si tú estas conmigo.

...

Al llegar a la casa de Jimin, las cosas se sentían tensas. El pelirosa sabía que sería el centro de atención en cuanto pisara su facultad y la universidad en sí, sabía que sus amigos se sorprendieran y que muchas personas hablarían de él. No sabía que pensar, solo que tenía que hacerlo y ya.

Cuando abrió la puerta, lo primero que vio fueron los ojos de su madre y el asombro en ellos. Más que todo al ver su cabello, tampoco había sido un cínico para ponerse sus trajes llamativos, iba a pantalones holgados y un suéter negro de Jungkook. Lo segundo que vio fue el esmalte azul en las uñas de su madre cuando sus manos se elevaron para tocar sus rizos.

My sweet boy➸Kookmin©Where stories live. Discover now