Capítulo 38

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Capítulo 38: pequeña disputa.


Como estamos en el mes de la luna azul Venus tiene mucho por hacer desde el día de ayer y el de hoy, hilando y firmando entre otras cosas pues habrá muchos bimbaio esperando tener hijos. Así que básicamente no la veo desde antes de ayer, ni siquiera puedo encontrarla en su santuario porque atravesó el espejo para quedarse en el limbo de las almas, su verdadero reino, un lugar al que yo con mucho esfuerzo podría cruzar pero al que ella entra como atravesar una puerta cualquiera.

Durante esos dos días yo estuve practicando tiro con diferentes armas, grandes y pequeñas, desde automáticas hasta fusiles. Grecia se unió a mi práctica al igual que Sunhee, compartiendo ambas su gusto por las dagas y lo letales que pueden ser con tan solo una de ellas. Jimin se la pasó meditando en el tercer piso de la casa, Shao cuidaba la entrada de la habitación de Venus porque ahora que está en cinta no se despega de ella.

Y todo fue normal; yo seguí trabajando en espera de que Venus regresara. Mi guardiana se puso a estirar las alas, por fin su cuerpo está listo para soportar su fuerza y peso, así que la felicité cuando se elevó unos cuantos metros lejos del suelo. El pagano rubio hizo té para todos en la tarde y conversamos un poco acerca de todo y todos hasta que hice llegar a la noche de nuevo.

Después el mal presentimiento se hizo presente en todos, pero sobre todo en Jimin y en mí.

Lo miré discretamente tratando de no alarmarme ya que Grecia y Sunhee estaban muy a gusto viendo una película de terror en la sala de estar. Él desde el asiento individual que está a un lado del gran sofá grande me contestó silenciosamente, asegurando que estaba sintiendo la misma preocupación incesante acumulada en mi pecho. Se levantó antes que yo disimulando, unos minutos después yo lo hice sintiendo los ojos de una rubia clavarse en mi espalda. Sus ojos inquisitivos me preguntaron a dónde iba pero simplemente la ignoré en un mensaje bastante claro que le indicaba que se quedara con la señora Jung.

Salimos por la cocina hasta el patio trasero en dónde incluso desde aquí se ven el resto de nuestras tierras y mucho más allá algunas montañas. Caminando en la oscuridad durante unos tres o cuatro minutos llegamos frente a la puerta de madera color blanco con flores abstractas pintadas sobre el material, para ver que Shao muy inquieta estaba parada en sus dos patas traseras arañando la misma. La hice a un lado tomando el pomo dorado y girándolo al instante.

Y lo primero que vi fue a dos almas muy oscuras hilando de forma desganada.

—Si ellas no se sienten bien quiere decir que Venus tampoco lo está —murmura Jimin viendo espejo por espejo, buscando en alguno la ubicación de Venus. Me acerco a una de ellas, la cual me observa con sus ojos oscurecidos dejando de hilar.

—¿Qué ocurre?

Pero no me responde, o tal vez si lo hizo pero no puedo escucharla. Por lo mismo su brazo se eleva, su dedo índice señala al gran espejo que en lugar de tener un cristal tiene el reflejo vivo del agua, como si fuera un lago pequeño enmarcado en la pared.

—Parcas —llama Jimin, él si tiene un poco más de autoridad en esto pues como su ángel, conoce mucho más el limbo que yo. Como no es mi deber estar en estas cosas no puedo hacer mucho sin un permiso, pero él al ser su guardián juega casi el mismo papel que las niñas, solo que con mucha más confianza.

La imagen de las tres parcas aparece, ellas siguen su trabajo acomodando el hilo y tejiendo en la rueca. No son las únicas en el limbo pero si son las más importantes, son las líderes de las otras parcas y por ende la mano derecha de Venus.

O la izquierda.

—Señor Ocaso, caballero de la noche y príncipe del amanecer —Cloto me saluda con su tenebroso tono— ¿Qué podemos hacer por usted, hijo de la noche y el fuego?

Moonchild: The Life |Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora