¿Como Te Llamas?

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La luz de la mañana entró por la ventana del cuarto golpeando justo en los ojos de Abigail, haciéndola moverse en la cama para estar más cómoda. Sus manos buscaron su móvil mientras ella mantenía los ojos cerrados, pero toco algo distinto, algo más blando y con una ligera sensación de cosquilleo en la yema de sus dedos. Con lentitud abrió los ojos, primero vio borroso, pero cuando se acostumbró ligeramente se fijó de que, o más bien, a quien había tocado. Era un muchacho seguramente de su edad, estaba dormido boca arriba, con la boca abierta y los brazos apoyados en su pecho, casi parecía un cadáver, aunque su calor corporal lo desmentía.

—Mierda...otra vez no...— susurro Abigail mirando su mano apoyada en el pecho del joven.

La muchacha deslizó sus dedos por sus pectorales, palpando el vello corporal entre estos, ¿como alguien de dieciocho años tenía tanto vello en el pecho?, Abigail apartó ese pensamiento de su cabeza y decido centrarse en lo que debía hacer, tenía que levantarse e irse a su casa...espera...¡si estaba en su casa!, había roto la primera regla del manual de sexo con chicos: "Nunca llevarlos a su casa". Abigail miró al joven, estaba tapado hasta la cintura con la manta color crema, y debajo de esta, Abigail podía notar un ligero bulto retenido. Sin poder evitarlo, alargó la mano y removió un poco la manta. No recordaba mucho la noche pasada, solo que estaba borracha y que empezó a tontear con el joven que estaba tumbado a su lado. "Solo es un vistazo, por el recuerdo" pensó Abigail mientras movía muy lentamente la manta, hasta dejar a la vista el miembro del joven. No estaba mal, era de un tamaño normal estando semi-duro, y el chico también estaba bien, estaba delgado pero tenía un poco de musculo, tenía el pelo negro revuelto y unos labios bastante carnosos en comparación con otros chicos.

El joven se giro hacia Abigail, y llevó sus manos hacia la almohada, apoyándolas, dándole una nueva vista a la joven, la cual se percató de un tatuaje en el pecho del joven, era una cabra negra devorando una hoja de papel, el tatuaje estaba situado en el pectoral izquierdo y era bastante gracioso. Pero no, debía echar al chico fuera de alli, aunque parecía tan mono estando dormido que le daba pena despertarlo, quizá podría pasar un rato mas con él, y que le diera algo de acción antes de largarlo de su casa, bueno, mas bien piso.

—Oye...¿estás despierto?— pregunto Abigail moviendo un poco al joven.

No hubo respuesta, pero Abigail estaba juguetona y quería ver si solo estaba fingiendo. Con sumo cuidado, Abigail acerco su boca a la oreja izquierda del joven, y con voz cálida y sensual le susurro:

—Estoy desnuda, si te despiertas podrás jugar un poco conmigo— solo de imaginarse la escena, Abigail ya estaba excitada y mojando las sábanas.

No hubo respuesta...pues al final si que era verdad que estaba dormido. No merecía la pena seguir intentadolo, al menos, no por el momento. Con cuidado de no hacer mucho ruido Abigail se levanto poco a poco de la cama hasta estar de pie, totalmente desnuda. Con pasos lentos pero firmes, se acerco a la puerta de su habitación para ir al baño, y antes de tan siquiera abrirla miró de nuevo al chico, asegurandose que estaba dormido antes de salir de la habitación rumbo al cuarto de baño.

Abigail abrió el grifo del agua caliente de la ducha, y mientras esperaba a que el agua se calentará se observo en el espejo, su melena negra estaba revuelta, tenía ojeras, como si fuera un panda, lo cual era normal y habitual la mañana siguiente de haber salido de fiesta. Abigail se fijo en una serie de manchas negra que tenia a lo largo de su cuerpo, una en el cuello, una en su pecho izquierdo y por último otro en su vientre. Vagos recuerdos cruzaron la mente de Abigail, se acordó cuando llevó a aquel chico a su casa y nada mas llegar empezaron a besarse y tocarse. Antes de perderse en sus pensamientos, Abigail entró en la ducha, sobresaltandose ante la sensación del repentino calor que la invadió.

Abigail estaba sumida en sus pensamientos mientras se echaba champu de huevo en la cabeza. De pronto, noto como unas manos rozaron su nuca y se aferraron suavemente a sus brazos.

—Buenos dias— susurro el joven en la nuca de Abigail depositandole un pequeño beso justo allí.

Abigail llevó sus manos llenas de champu a las manos del joven, apartandolas suavemente para acto seguido girarse y mirar al joven a los ojos, perdiendose en aquellos ojos verde oscuro que la atraparon al segundo de verlos.

—¿Que haces en mi baño?— pregunto sería Abigail, aunque en el fondo quería que se quedara allí con ella.
—¿No has escuchado que no hay que gastar agua?— pregunto a modo de respuesta el joven, esbozando una sonrisa boba.

Abigail esbozo una ligera sonrisa ante el vacile del joven.

—Tienes razón...entonces deberé ayudar a enjabonarte para no perder tiempo— contesto la muchacha llevando su mano derecha llena de champu al miembro del joven, agarrandolo suavemente.

El joven soltó un pequeño jadeo ante el contacto y Abigail llevo su mano libre al pecho del joven, empujandolo contra la pared, para que no intentará evadirse de ella. El rostro del joven estaba sonrosado, gotas de agua resbalaban por su cuerpo y su respiración estaba muy agitada.

—Eres el primer chico que traigo a mi casa, así que mas te vale aprovechar esta oportunidad antes de que te largue de aquí— dijo Abigail con voz seria sin dejar de mover su mano.

Para sorpresa de Abigail, el joven detuvo la mano de la chica y de un tirón la colocó a ella contra la pared, cambio las tornas.

—¿Vas a echarme sin saber mi nombre?— pregunto el joven esbozando una sonrisa torcida, deslizando su mano derecha por el vientre de la joven, perdiéndose entre sus muslos.

Abigail solto un pequeño grito cuando noto como un dedo la invadía. Sus piernas temblaron y sus manos se fueron al cuello del joven, agarrándose a este para no caerse. ¿Su nombre?, era verdad que Abigail no le había dejado presentarse, pero en aquel momento momento lo último que le importaba a Abigail era saber el nombre del chico, con que la complacería ya era suficiente para ella, al menos por la mañana. Pero su cabeza quería jugar mas con aquel chico y ver hasta donde era capaz de aguantar.

—Así solo vamos a gastar mas agua— logró decir sin gemir Abigail.

El joven llevó su mano izquierdo al grifo y corto el agua de golpe, no parecía tener ganas de juego en aquel momento. Abigail llevó sus manos a la cabeza del joven y le dio un tirón fuerte del pelo haciendo que el muchacho soltara un gemido, el cual le pareció lo mas sexy del mundo a Abigail.

Sin previo aviso, el muchacho introdujo otro dedo dentro de Abigail y con su pulgar presionó con suavidad el clítoris de ella, haciendo que se tensara de golpe y soltara un fuerte grito de placer, se acababa de correr sin querer, ¿que demonios le pasaba?, nunca había sido tan fácil de llevarla al orgasmo.

—Parece que alguien está sensible por la mañana— susurro el chico con voz divertida.
—Callate o te saco desnudo a la calle estúpido— amenazo Abigail.

De un rápido movimiento, el muchacho agarró a la joven por el cuello con su mano izquierda haciendo un poco de presión, cortándole un poco el aire. Abigail se quedó en silencio, estaba sonrojada y muy mojada, aquel chico estaba llevándola al límite, parecía que cuanto más lo insultaba más rudo se ponía, quizá podría provocarlo un poco más para ver hasta donde llegaría.

—Eres un maldito depravado...deberías estar encerrado— dijo Abigail.

Y cuando sintió un dedo mas dentro de su intimidad y como el joven comenzó a embestirla con su mano mientras la presión en su cuello aumentaba su excitación también aumento hasta hacerla gemir y gritar con fuerza con cada embestida.

—Te gusta mucho insultarme para estar en esta situación tan denigrante— dijo el muchacho con voz dura sin césar sus embestidas empapando sus manos de los fluidos de Abigail, la cual, debido a su orgasmo anterior y a la rudeza del chico estaba mas cerca de su segundo orgasmo.

—Tu...maldito...eres demasiado rudo...— gimió en apenas un susurro Abigail, le estaba costando respirar y hablar.
—Anoche no te quejaste— contestó el joven.

Sin poder evitarlo, las piernas de Abigail se tensaron de golpe y se corrió con fuerza sobre la mano del joven, el cual soltó el cuello de la muchacha, percatándose de la marca de su agarre aún visible.

—Me llamo Dim, no lo olvides— ordenó el muchacho, ahora conocido como Dim, sujetando a Abigail para que no se cayera.


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