XXII

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—Básicamente te pasaste por la raya del culo todo lo que habíamos hablado —concluyó el pelirrojo, mirándola con decepción.

Hermione no pudo fingir que no había pasado nada, se le daba fatal mentir. Siempre se ponía muy sudorosa, tartamudeaba y se reía nerviosamente, lo que la delataba al instante; además de que el sentimiento de culpa no se le iba con nada. Sintió la mirada decepcionada de Ron y la comprensiva de Harry, cosa que la hizo ponerse aún más nerviosa que en un principio.

—Mírame a los ojos y dime que tú no te habrías dejado llevar, Ronald —dijo, con un deje de frustración en su voz.

—Pero ya ves, que a mí no es el que han venido a acorralar en el pasillo —le recordó—, además, jugando la misma carta, ¿tú no tendrías mi misma reacción si hubiese sido yo al que se le hubiesen acercado?

—Ron —habló Harry por primera vez, con un tono de advertencia—, ya vale. El error lo hubiese cometido cualquiera de nosotros —El pelirrojo suspiró, asintiendo levemente con la cabeza—. Además, lo que tenemos hasta ahora son solo especulaciones, ¿cierto? No hay pruebas concretas de que traman algo.

—No sirve de nada engañarte a ti mismo, Harry, lo sabes —dijo el otro chico, con la cabeza gacha—. Les interesamos para un polvo y nada más, no te hagas ilusiones que después se van a deshacer con el viento; no falta mucho para que se desvele el jueguito macabro en el que nos han metido.

Y se sumieron en un silencio pensativo y doloroso. Cada uno sabía lo que estaba pasando, pero una vocecilla en sus mentes proclamaba que quizás, y sólo quizás, todo aquello había sido únicamente una coincidencia, que en verdad los slytherins estaban desarrollando un interés en ellos. Esa vocecilla era la voz de la esperanza, pero también era la más molesta.

—¿Un jueguito macabro para un polvo y nada más? —preguntó alguien en voz baja, a unos pasos de ellos.

Los tres giraron la cabeza y el desconcierto llenó el lugar al ver a Neville con los ojos cristalizados al haber escuchado la conversación entera. Harry intentó articular algo, pero su boca solo se entreabría y cerraba de vuelta, sin estar seguro de qué podía decir para consolarle.

—No sabíamos que estabas allí, Nev —se apresuró a decir Hermione, con un tono de lástima en su voz.

Él no dijo nada, solo dio una sonrisa melancólica y caminó a paso rápido fuera de la habitación. El chico sentía como su corazón se desprendía poco a poco en cada paso, pero no era a Hermione, Ron, ni Harry a quienes necesitaba enfrentar.

—¿Nev? ¿Te encuentras bien? —le preguntó el chico frente a él, acercándose y limpiando con sus pulgares las lágrimas que se habían esparcido por debajo de sus párpados

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—¿Nev? ¿Te encuentras bien? —le preguntó el chico frente a él, acercándose y limpiando con sus pulgares las lágrimas que se habían esparcido por debajo de sus párpados. Neville apartó su mano sin delicadeza, a lo que él frunció el ceño.

—No —rebatió, sintiendo su pecho oprimido de la indignación—. ¿Por qué?

—¿Por qué qué? —inquirió, hundiendo aún más sus cejas.

Maldito Veritaserum; Pansmione.Where stories live. Discover now