Después de ir a comer pasamos parte de la noche en un bar de jazz y a pesar de que sabía que no me gustaba ese estilo de música, decidió llevarme. Simplemente quería vengarse por haberlo hecho patinar y donde no hizo más que él ridículo.

Llegamos al departamento a eso de la media noche y estábamos muy cansado, el día fue muy productivo. Ambos queríamos devorarnos en la cama, pero nuestros cuerpos no podían más con nuestra alma.

—Te lo compensaré — dijo.

Ambos estábamos sobre la cama acostados mirando directo al techo de la habitación y hasta el respirar nos resultaba muy doloroso.

—Podemos hacer más cosas además de tener sexo.

—¿Cómo qué? — cuestionó.

—Hablar.

—¿Hablar? — me miró ceñudo — ¿De verdad?

—¡Hablar es genial!

—Para alguien que nunca para de hacerlo puedo imaginarlo.

—Tsss... — suspiré — Empiezo yo. Mi nombre es Sara Julia Elizabeth Stone y tengo 26 años. Actualmente soy secretaria en Innate Beauty, pero mi sueño siempre ha sido trabajar allí mismo en el área de marketing. Tu turno.

—No puedo creer que estemos haciendo esto y en mi cama — resopló — Bien... Me llamo Leonardo Pereira, tengo 36 años y no soy un anciano. Hablo cuatro idiomas y soy dueño de una de las empresas más importantes del país, súper rico y muy atractivo.

—¡Pero que engreído! — grité estupefacta.

—Solo fui sincero, Sara.

—No cabe duda que eres un anciano.

—Y tu eres una niña desastrosa.

—Si, y joven. Muy joven.

Comenzamos a discutir y yo no podía dejar de reír. Nos quedamos despiertos hasta muy tarde platicando de diversas cosas y gracias a ello pude conocerlo un poco más.

—¿Deberíamos dormir ya? — pregunté.

—Son las tres de la mañana, supongo que sería lo más sensato.

—Tengo una última.

—¿Qué es?

Se recostó de lado al igual que yo donde nos miramos fijamente.

—Yo... Olvídalo, es una estupidez.

—Dilo, Sara.

—No, olvídalo.

—Tres...

—Bien, ya — respondí de inmediato — Si pudieras viajar al pasado, ¿qué cosa cambiarías?

Suspiró y se sentó de golpe. Sostuvo su cabello entre las manos y murmuró algo que me pareció imposible de entender.

—Demasiadas cosas.

—¿Cómo cuáles?

—Hay cosas que no son sencillas de contar, Sara, y mi pasado es una de ellas.

— Se que puedo entenderlo, don misterioso.

No sabía por qué, pero de pronto me entró la curiosidad. Parecía esconder algo grande y pues bueno... El chisme me motivaba.

—Temo que si te lo dijera tu ya no podrías verme de la misma manera.

Me miró de soslayo y parecía haber temor en sus ojos, y no lo sé, tal vez era esa sensación de no querer decepcionarme.

—Nada de lo que me digas me hará cambiar lo que pienso sobre ti — respondí sentándome a su lado — Eso no lo dudes.

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now