Capítulo 5

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🐿🐇

Minho agachó la cabeza para robarle un beso, pero al ver la expresión en los ojos de Jisung vaciló. Tenía los ojos llenos de lágrimas, mudo testimonio de que aquello no era un juego. Para el no. Jamás había conocido a nadie tan dueño de sí mismo como ese hombre, ni a nadie tan a gusto consigo mismo o con las debilidades de los demás. Y sin embargo, allí entre sus brazos, asomado en la profundidad de sus ojos, vio allí reflejados el dolor y la fragilidad. En la distancia un relámpago rasgó de nuevo el cielo, iluminando lo que el se esforzaba tanto por ocultar.

Minho se quedó pasmado al ver lo atemorizado que estaba. El miedo irradiaba de el con una fuerza tremenda.

—¿Qué te pasa? —le preguntó—. ¿De qué tienes miedo?

Sung se apartó de él y Minho no pensó que fuera a contestarle. Pero entonces Jisung alzó la cabeza, e intentó disimular fingiendo estar enfadado.

—¡Diantres! ¡No puedo creer que esto esté ocurriendo. ¿Quieres que te conteste? —las palabras salieron de su boca como un torrente de emociones—. Bien, te lo diré. Tengo miedo de que nuestra relación se descontrole. Tengo miedo de fracasar en mi trabajo. Pero sobre todo, tengo miedo de... —se cayó e intentó librarse de sus brazos.

Él se negaba a soltarlo.

—Termina lo que ibas a decir. ¿De qué más tiene miedo?

—De lo que siento. Ya está. ¿Estás satisfecho?

—No es más que un beso, Jisung —le dijo en tono tranquilizador—. No hay nada que temer.

¿Después de todo, qué daño haría un beso?

Inclinó la cabeza, esperando un rechazo que no se produjo. Posó sus labios sobre los de Jisung y con mucha delicadeza saboreó la seda de sus labios, permitiendo que el hiciera lo mismo con él. Se besaron en los labios despacio y con cuidado, controlando la pasión. Pero aquel roce solo fue una muestra de los placeres venideros, un mero sorbo de vino.

—¿Lo ves? —murmuró, retirándose un poco—. Nada que temer.

El no hizo por moverse; la sencillez de aquel beso parecía haberlo intoxicado. Aleteó las pestañas y lo miró. El puro júbilo que vio reflejado en sus ojos soñadores le produjo tanta sorpresa como curiosidad la intensidad de su deseo. Tal vez hubiera sufrido una mala experiencia recientemente. O quizá solo necesitara que alguien lo abrazara. No importaba. Su reacción lo invitó a aumentar ese júbilo.

Selló sus labios de nuevo. Pero esa vez su beso no tuvo nada de tímido. Esa vez no solo probó. Tomó su boca y la exploró con voracidad. Su respuesta fue tan bárbara como la tormenta que se cernía sobre ellos.

Le tocó a Jisung el turno de tomar, de explorar, de fundirse con él. El trueno retumbaba bajo sus pies, sacudiendo sus cuerpos, acelerando el deseo y despertando en ellos una de las necesidades más antiguas de la humanidad. Sus labios se separaron y su aliento se unió al de él.

El deseo se hizo presa de su cuerpo. Pero Minho no estaba solo. Notó la erección de Jisung a través del pantalón, oyó el ronco jadeo que brotaba de su garganta mientras lo besaba, sintió el rápido palpitar de su corazón. Lo deseaba. Y lo deseaba en su cama, desnudo de todo artificio, sintiendo su pasión igualándose a la de él. La tormenta estalló por fin y gruesas gotas de fría lluvia los golpearon.

Minho se apartó de él.

—¿Lo ves? —repitió—. No hay nada que temer.

Las gotas de lluvia se enredaron entre los cabellos y las pestañas de Jisung, brillando como diamantes líquidos.

Enamorado de un ángel [MinSung]Where stories live. Discover now