Capítulo 1

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🐿🐇

Lee Minho empezó a oír los comentarios en voz baja en cuanto el chico puso el pie en las oficinas de Construcciones Lee. ¿Qué hacía un chico como ese en un sitio como aquel?

Se volvió, apoyado sobre el mostrador de recepción, y lo miró impresionado. Era una criatura preciosa, aunque no era su tipo. Quizá los pelirrojos tuvieran éxito, pero a él le gustaban los chicos más sencillos. Desde luego, uno menos consciente de cómo manipular a la población masculina. Sin embargo... Tenía un rostro dulce como el de un ángel y una figura tan sensacional como para tentar a un santo.

Llevaba puesto un traje rojo y lo acompañaba... Minho se quedó boquiabierto. Un perro saltaba a su lado, y sus uñas repetían el repique de sus zapatos sobre el suelo de tarima. Era un Airedale Terrier con un collar de cuero rojo y un brillo de picardía en sus ojos obscuros.

-Ve a ver qué quiere y ocúpate de ello -Minho ordenó a la recepcionista.

No tenía tiempo para nadie en este momento; ni siquiera para un pequeño pelinegro embutido en un ceñido traje rojo. Tenía un montón de trabajo, tanto que se iba a volver loco.

-Estaré en mi despacho.

-¿En qué puedo ayudarlo? -le dijo la recepcionista cuando se acercó al mostrador.

Entonces Minho oyó una risa; una risa que hizo que todos los hombres de la oficina se volvieran a mirar hacia la recepción y empezaran a acercarse por allí. Minho tampoco fue inmune. Aquel sonido se enredó en sus sentidos y empezó a tirar de ellos. Maldición. Desde su adolescencia no había sentido tanta turbación por una persona. Ni siquiera Yeeun había provocado en él una reacción tan intensa. Furioso consigo mismo por lo que estaba sintiendo, Minho se cruzó de brazos y esperó a ver qué respondía el pelinegro.

-Bueno, es muy amable por su parte -dijo el pequeño con una voz tan aterciopelada y generosa como su risa-. Pero no necesito ayuda. Al menos todavía no... -con una sonrisa que quitaba el hipo, el pequeño continuó caminando... directamente hacia él.

Minho hizo una mueca. Quienquiera que fuera ese hombre, no necesitaba ayuda de nadie. Guiado por alguna fuerza primitiva que no quería analizar en ese momento, Minho salió al medio del pasillo y le obstaculizó el paso.

-¿Y yo? ¿Puedo hacer algo por usted?

Él se encogió de hombros.

-No se trata de lo que pueda hacer por mí, Lee Minho. Sino de lo que yo puedo hacer por usted.

Con aquel comentario tan intrigante pasó junto a él y entró en su despacho con el perro tras él.

Él lo miró con los ojos entrecerrados. Así que aquel hombre lo conocía. ¿Qué clase de juego era aquel?

Se detuvo a la puerta y le dirigió una mirada provocativa con esos grandes ojos.

-¿Va a entrar o no?

-Oh, desde luego -le aseguró, y sonrió con cinismo-. No me perdería esto por nada del mundo.

Lo siguió y cerró la puerta con fuerza.

-De acuerdo, cielo. Vayamos directamente al grano, ¿de acuerdo? ¿Quién es usted y qué quiere?

-Soy Han Jisung.

Y dicho eso, Jisung se puso a examinar la oficina con interés. El perro lo siguió, olisqueando de un lado a otro. Entonces vio el sofá de cuero, y con un ladrido de puro júbilo se lanzó hacia el sillón.

-Ah, no, de eso nada -Minho fue a detenerlo, pero era demasiado tarde; el perro saltó y fue a caer directamente sobre los cojines-. Eh, quítate de ahí, perro sarnoso.

Enamorado de un ángel [MinSung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora