Una carta para el chico de las sonrisas eternas, para el que perseguía las rimas libres, lo inexplorado. Hubiese caminado junto a ti hasta cualquier lado, solo para tenerte aferrado a mi mano. Soñador, tú y tu hermosa imaginación nunca pertenecieron a este universo. Quisiera poder pintarte una dimensión nueva, entre versos, para que puedas llegarte y cazar dragones. Cumplir tu sueño. Salvar al cobarde príncipe del castillo incapaz de liberarse por sí mismo. Cómo decías siempre: "¡Qué fastidio!"
Soñador ¿Por qué paraste? Asumo que fue demasiada la oscuridad, que apagaste tus estrellas. Asumo que te aburriste del Sol y de las nubes que fotografiábamos acostados de cara al cielo en la azotea.
Soñador, encontré tu libro favorito en el basurero. No me preguntes qué hacía yo allí. Quizás averiguando si el "viejo tú" se hallaba perdido entre toda esa chatarra oxidada. Y qué tal vez lo esté, pero dentro de ti. Bajo metros infinitos de esos ratos en que ellos te golpeaban.
A veces me pregunto si al irme, dejó de haber alguien que te sacara del abismo. Asumo que llegó el día en que te lanzaste tú mismo. Perdóname, por no haber estado ahí para juntarnos, buscar las armaduras y acabar con los villanos. Soñador, necesito recordarte que tu alma es bella. Sacar esos escombros de ella que han colapsado. Porque estoy seguro que te hallaré en alguna esquina, sonriente y ocupado resolviendo algún dilema o eso que aprendí de ti, encerrando alguna carta en un poema.
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