Deccan estaba ahí fuera.

Yacía recostado sobre la pared en un momento y en el siguiente me agarraba por la cintura para tirar de mi y acorralarme contra la pared. Ahí, en pleno corredor.

Me tensé de cabeza a pies.

—¿Qué...? —empecé a reclamar removiéndome, pero él soltó mi cintura y me calló colocando un dedo sobre mis labios delicadamente.

—Shh... No querrás estar en la incómoda situación de que te escuchen gritar mi nombre —susurró —. Mejor lo susurras en mi oído.

Quería que me soltara. Necesitaba que se apartara de mi. Porque tener a un hombre tan cerca, tocándome, era mi segundo punto débil. Lo miré a los ojos, posé ambas manos sobre su pecho y lo empujé. Pero ni siquiera se inmutó, solo rio por lo bajo negando con la cabeza.

—Apártate —ordené, más como una suplica aunque mi voz haya sonado fuerte, pegando mi espalda a la pared todo lo posible para poner distancia entre nosotros.

No obstante, él se pegó aún más a mí, hasta el punto que la única separación entre nosotros era la ropa.

Cerré los ojos y respiré profundamente. Sentí su característico olor a colonia y chocolate. 

Era Deccan. Castaño, alto, ojos café, cabello bien peinado hacia atrás, con traje y corbata, olor a colonia y chocolate. Era Deccan, no era nadie más.

<<—No todos quieren hacerte daño>>.

Respiré profundamente una vez más y abrí los ojos. Me observaba confundido.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —Susurré, casi no me escuchaba ni yo.

Ladeó la cabeza. Sus ojos comenzaron a recorrer mi cuello hasta llegar al pequeño escote en forma de V del vestido. No dejaba ver nada pero, instintivamente, me cubrí.

—Imagino que no llevas nada debajo.

Esa mirada. Revolvía tantas cosas en mi interior y él no tenía ni idea. Sentía que mi corazón rebotaba dentro de mí cuerpo como una pelota. No llevaba nada debajo porque el vestido era ajustado y mis senos no eran tan grandes. Pero eso no tenia nada de malo.

—Deccan, sepárate —Musité intentando sonar demandante, en cambio, mi voz sonó nerviosa.

Estaba muy nerviosa.

—Hueles a... flores.

Se separó un poco para mirarme a los ojos. Su rostro estaba tan cerca, demasiado cerca.

—¿Bell?¿Deccan?

Luce apareció en el corredor estrujándose los ojos haciendo obvio que estaba recién levantada. Nos observaba como si no creyese lo que veía.

—Sepárate, Deccan —Aproveché que estaba despistado por la interrupción de Lu y me aparte a un lado.

Él alzó sus manos en señal de rendición.

Le eché una ojeada a Lu por el rabillo del ojo, parecía desconcertada. Desvié mi atención al castaño una vez más.

—Yo... tengo que subir... —Anuncié dando un paso para retirarme.

—Bell —Deccan llamó mi atención.

—¿Qué? —grité. Afectada por lo que había sucedido.

Arrugó el entrecejo y arqueó la boca hacia abajo. Desconcertado.

—Nada —aclaró su garganta —. Al fin y al cabo es solo atracción ¿Verdad?

Ni siquiera lo pensé. Respondí.

—Sí, me atraes. Solo eso —sonreí sin mostrar mis dientes —. No creo que eso cambie porque tu no puedes inspirar en alguien más que un deseo puramente físico. No tienes nada más que ofrecer, no tienes nada... interesante.

Deccan arqueó una ceja. Su rostro expresaba horror ante mis palabras, cómo si no creyera que alguien pudiera pensar de esa manera sobre él. 

Los tres nos quedamos en absoluto silencioso y, cuando la situación se volvió demasiado tensa, volteé y caminé, lo más rápido que puede, hasta la habitación de Luce. Esperando que no se notara lo desesperada que estaba por salir de la vista de Deccan. Mi amiga me siguió y, apenas llegamos y cerramos la puerta, me lanzó una mirada de «¿¡WTF Bell!?», a lo que yo respondí con una sonrisa apenada.

—¿Qué pasó ahí?— Inquirió con los ojos muy abiertos cruzándose de brazos.

Ni yo sabía que había hecho, o por qué le había soltado aquel discurso a Deccan cuando no pensaba nada de lo que dije realmente. Quise justificarme para sentirme mejor, pero esa no era la solución. La solución era pensar antes de hablarle a alguien que no había dado ninguno de los golpes que me dejó rota.

Le conté la historia a Luce, con detalles, e inicié una pequeña discusión con ella por decirme que estaríamos a solas cuando no fue así.

Pasó una hora hasta que decidimos bajar a la cocina. Estuve todo el camino intranquila, mordiendo mis uñas, y echando un vistazo a todos lados. Con la incertidumbre de no saber si Deccan seguiría por allí. La ansiedad se multiplicó por un millón cuando el señor Orson nos dijo de acompañarlo a almorzar, a él y a Deccan junto a su padre, que ya se encontraban en la mesa sentados. Orson tomó asiento en un extremo, en el lugar de anfitrión, el señor Mike a uno de sus lados, Deccan en el otro delante de su padre, y a cada lado de estos respectivamente habían preparado otros dos lugares. Luce llegó primero a la mesa y tomó el lugar junto Mike. Me quedé de pie y quieta mirándola de mala manera. Ella sonrió a modo de disculpa, sin embargo, eso no cambiaría el hecho de que tendría que tomar asiento junto a Deccan. Podría haber pensado que lo hizo sin darse cuenta, pero ambas sabíamos que había sido totalmente intencional.

No levanté la vista de la mesa en ningún momento desde que llegué hasta la silla. Repasé una y otra vez los tribales azules en los platos de porcelana blanca, buscando ignorar lo que me rodeaba.

Lindo día cuchara.

Lindo el chico que está a tu lado.

Si la vida era un circo el payaso era yo.


N/A

Hola Hola Hola

Cuánto tiempo florecitxs Jeje :)

No, esta historia no está abandonada, solo que la autora comenzó las clases presenciales y desea que la tierra de la trague unas mil veces al día, mínimo.

Pero bien, ¿Qué les pareció el capítulo? *Guiño, guiño, codazo ,codazo*

Espero que les haya gustado porque HOY HAY MINI-MARATÓN!!!!

Oh sí, oh sí...

Tres capítulos de recompensa para que no me odien porque yo lxs quiero 💙💜💐

Nos leemos de nuevo mañana<3

Un chico amante a las flores [✓]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora