5||💜

1K 225 47
                                    

~BELL ROUX

Tecleaba en mi portátil lo más rápido que podía mientras trataba de concentrarme solo en responder los pedidos de flores para fiestas y organizar los eventos en el calendario. Sin embargo, era insoportable, la temperatura ambiental era asfixiante y abrazadora.

Confirmado: Odiaba el verano.

El sudor corriendo por mi frente y mi espalda provocando que mi cabello y mi camiseta de adhirieran a cada parte respectivamente. Las moscas posándose sobre mi con todas las superficies inanimadas disponibles en el mundo, tantos lugares a donde volar. 

En estos días solo había hecho cinco cosas: Hablar con Luce, aprovechar su piscina cuando no estaba en Ricci's Mark, trabajar con mi madre, quejarme del clima y mirar fijamente el pequeño trozo de servilleta que descansaba sobre mi tocador a unos dos metros de mi posición. El que me había dado Deccan.

Habían pasado días desde la fiesta y no me volví a encontrar con Deccan. Ni siquiera había tocado el trozo de papel desde que lo deposité allí, solo lo había observado. Fijamente. Me dejó su número en el trozo de servilleta y yo ni siquiera lo agregué a mis contactos.

Eso me recalcaba Luce todos los días.

Lo que ella no sabia es que no necesité ver a Deccan para saber mas sobre él.

Gracias a su no muy común nombre y buena cantidad de seguidores encontré su Instagram . Por esa vía descubrí que tenía veintitrés años cumplidos en marzo —calculé que era cinco años mayor que yo y me convencí a mi misma que fue por simple curiosidad —. También supe que tenia un hermano menor llamado River. El cual era contemporáneo conmigo y Luce. No obstante. aun no tenia dieciocho, pero los tendría antes de terminar el verano. En unas semanas. Lo anunciaba en sus historias. 

River era parecido a Deccan en cuanto al color de su cabello, la forma de su rostro, su complexión física, piel cremosa y altura. Era como una versión de rostro más tierno, joven y engañoso. Mientras en el perfil de Deccan no había ni siquiera una foto con alguna chica, el perfil de River parecía una edición especial de la revista Playboy.

Cerré mi portátil de golpe regañándome por estar pensando en eso nuevamente, tomé mi móvil y le envié un mensaje a Luce quedando para vernos en su casa dentro de media hora. De inmediato recibí su respuesta negándose alegando que estaba ocupada.

Bell:
¿¡Y yo que hago con mi frustración!?

Mi solución llegó en otro mensaje de Luce.

Luce:
Estoy en Ricci's Mark. Te espero dentro de una hora y nos vamos a donde quieras.

No perdí tiempo en arreglarme y me puse en marcha.

Ricci's Mark este día parecía una feria abarrotada de personas. Como hormigas locas se movían por doquier. Aunque no me sentía cómoda sumergida en multitudes, no encontrar rostros conocidos entre las personas me relajaba un poco. Avancé hasta uno de los sofás de la recepción tecleando un mensaje para Luce.

Bell:

Ya estoy aquí.

No hubo respuesta.

Saqué de mi bolsa un libro sobre flores en peligro de extinción que llevaba conmigo a todas partes y leía siempre que tenia una oportunidad. Unas diez paginas después Luce aún no aparecía, ni respondía mi mensaje. 

Y yo ya no estaba sola.

Bajé el libro y lo volví a subir rápidamente cubriendo mi rostro con el mientras hacia un montón de muecas de desdicha.

A cierta distancia de mi, en el sofá delante del que me encontraba, alguien había tomado asiento. Ya no podía enfocarme en la lectura.

Su olor; una mezcla de colonia vigorosa, hormonas masculinas y un extraño olor a chocolate, su mirada, que casi podía sentir taladrar la portada del libro, el movimiento rítmico de una de sus piernas, la cual podía ver por debajo del libro. Su presencia. Todo me llevó a leer el mismo párrafo una y otra vez sin entender nada ninguna de esas veces. Fingiendo no saber que se encontraba ahí.

—¡Vaya! —espetó poniéndose de pie—. ¡Que concurrido está este lugar hoy!

Mis manos comenzaron a transpirar a un ritmo acelerado y después se unió cada poro de mi piel. Me volvería agua en cualquier instante.

—¿Florecita?¿Eres tu?

Me puse de pie yo también. Tan recta que parecía que llevaba una tabla atada paralela a la columna vertebral. Intentaba enlazar mis palabras de forma coherente e ingeniosa para hablar, pero mi corazón alcanzando su récord de latidos por minuto no me dejaba pensar bien.

—¡Deccan! —chillé con una sonrisa exagerada —. ¿En que momento llegaste? No te había visto.

Estaba segura que mi cara era un poema.

Uno lleno de faltas de ortografía, con grandes deficiencias en la gramática y sin concordancia alguna.

—Llevo un tiempo aquí realmente —su expresión no transmitía nada que permitiera identificar si era consiente de que yo sabia que se encontraba ahí desde hace un rato. Quizás si logré disimular —. Con camiseta y bolsa de girasoles, leyendo un libro sobre flores en peligro de extinción, pulsera de margaritas. Tenias que ser tú. Estabas concentrada en el libro ¿Es interesante?

Noté que, a pesar de la pregunta, no mostraba mucho interés por saber. Recordé que cuando lo conocí en la florería comento que no era muy amante de las flores. Nunca olvidaría un comentario así sobre algo que me gusta tanto.

Sin embargo, mi mente ahora mismo no consideraba muy relevante ese detalle.

—Muy concentrada. Muy interesante —hablé al fin antes de reir de forma extraña.

—¿Te encuentras bien?

Ya me delaté.

—Sí, claro —Asentí repetidas veces.

—Toma —me tendió un pañuelo que tenía en el bolsillo mientras reía —. Parece que el verano te trata mal.

Que aparezcas de la nada me trata mal.

Lo tomé y lo pasé por mi rostro. Olía justo como él.

—Muchas gracias —tomé mi bolsa y guardé el libro —. ¿Sabes qué? Luce me espera. Adiós.

No entendía bien por qué pase de estar a la defensiva con Deccan a no poder actuar con coherencia por verle. Tal vez encontrarlo sin previo aviso luego de tantos días mirando su número en una servilleta arrugada, después de días preparándome para verlo cuando me decidiera a llamarlo, y aún no estar segura de querer hacerlo, era la razón. Después de todo no era buena asimilando algunas emociones. Principalmente las que evocaban sentimientos que traían malos recuerdos.

Me disponía a tomar distancia de él, pero yo me llamo Bell, no "Suerte" , así que tenía que haber imaginado lo que pasaría. O al menos ser consiente que no iba a lograr mi objetivo.

Ambos nos movimos al mismo tiempo, en la misma dirección. Yo terminé enredada con uno de sus pies realizando una extraña acrobacia mediante a cual terminé en sus brazos. Como en una película. Él reaccionó de manera impresionante, me tomó con ambas manos acercándome a su cuerpo, quedando en una posición cuestionable.

Desde la corta distancia que nos separaba sus ojos se veían más brillantes.

Pareció una eternidad, aunque solo nos sostuvimos la mirada durante unos segundos, hasta que una voz femenina llamó bla atención de ambos.

—¿¡Deccan!?

Un chico amante a las flores [✓]©Where stories live. Discover now