capítulo veintitrés

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AL DÍA SIGUIENTE CUANDO ACABÓ el desayuno, Fleur paró a Maia cuando estaba saliendo del Gran Comedor con Alicia hacia la clase de Herbología.

—Maia, me he entegado del baile de Navidad. Es genial, ¿no lo cgees?

—Sí, genial —contestó Maia feliz, contagiándose de la emoción de la francesa.

—Bueno, quegía pgeguntagte si sabes de alguna tienda que venda vestidos de fiesta pog aquí.

—Seguramente habrá alguna en Hogsmeade, ¿no? —preguntó mirando a Alicia, que asintió.

—¡Pegfecto entonces! Me la mostgagás en la pgóxima salida al pueblo y compgagemos nuestgos vestidos allí. Segá genial. Nos vemos, Maia.

Y Fleur se fue sin dejarle tiempo a la chica para poder replicar nada, lo que la hizo soltar una pequeña risa.

—¿Quieres venir con nosotras, Lice? —preguntó, volviéndose hacia su amiga.

—No te preocupes. Mamá ya ha comprado un vestido en el mundo muggle y me lo enviará pronto.




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UNA SEMANA MÁS TARDE, ocurrió algo nuevo. Fred volvía a parecer muy desanimado continuamente, y por muchos que sus amigos intentaran sacarle algo, él no se dignaba a contarles qué había pasado. Aunque Maia sospechaba que seguramente tendría que ver con Lyra.

Por su parte, George había pasado los últimos días más retirado de la pelinegra, cosa que esta no entendía y le enfurecía que fuese sin razón. La chica no lo soportó más cuando una tarde de mediados de diciembre decidió hablar con el chico. El profesor Flitwick los había puesto en pareja para la clase de Encantamientos de aquel día y George no se había dignado siquiera a mirarla.

efímeros · george weasleyWhere stories live. Discover now