capítulo ocho

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ANTES DE NAVIDAD hubo otra salida a Hogsmeade. Pero los de quinto estaban tan llenos de tarea que solo fueron Lyra, Fred, George y Lee. Maia se alegró de pasar el día junto a la chimenea de la sala común, aunque fuera haciendo tareas y ayudando a Alicia y Angelina a aprender algunos hechizos.

No vio a Harry y Anna, aunque supuso que estarían en la biblioteca, hasta la hora de la cena, donde el primero estaba muy tenso y sus tres amigos bastante preocupados por él. Vio a Lyra llevarse a Anna para hablar después de la cena, lo que le pareció más raro todavía, pero aquel día ya lo era de por sí. Entró en la sala común con Alicia y Angelina, encontrándose con que los gemelos habían tirado varias bombas fétidas dentro, por lo que las tres se taparon la cara con las túnicas y subieron corriendo hacia sus cuartos.

A la mañana siguiente, el castillo se quedó vacío porque todos se fueron a sus casas para Navidad. La sala común de Gryffindor estaba completamente vacía cuando Maia bajó. Vio a Crookshanks, el gato de Hermione, acurrucado junto al fuego y se acercó a él. Aunque ella era más de perros, sentía que ese gato le transmitía confianza. Encontró a Lyra a la hora del almuerzo. Al parecer, había estado en la biblioteca, lo que no extrañó a Maia en absoluto.

Pasaron la tarde y los siguientes días allí, haciendo deberes. Lo que extrañó a Maia fue encontrar a Harry, Anna, Ron y Hermione también allí. Se acercó uno de esos días curiosa y le dijeron que estaban ayudando a Hagrid para ganar el caso de Buckbeak, el hipogrifo, contra el Ministerio. Los notó raros, aunque lo atribuyó al hecho de que estaban preocupados por Hagrid.

La mañana de Navidad Maia despertó más temprano que de costumbre. Saltó sobre la cama de Lyra mientras gritaba:

—¡Despierta! Es Navidad. Hay que abrir los regalos.

Lyra la miró molesta antes de incorporarse. Maia cayó sobre sus rodillas todavía sentada en la cama de su prima y con una sonrisa radiante en el rostro.

—¡Feliz Navidad, Lyla! —exclamó abrazándola, cayendo ambas sobre la cama.

Maia soltó una carcajada, mientras Lyra esbozaba una sonrisa divertida.

—¿Todos los años tienes esa energía? —preguntó mientras la echaba a un lado y se levantaba de la cama.

Maia rodó sobre sí misma antes de levantarse detrás de Lyra y saltar sobre su espalda.

efímeros · george weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora