capítulo tres

478 31 0
                                    





Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.




☆*: .。. .。.:*☆




PERO ANTES DE QUE MAIA PUDIERA salir del compartimento, la puerta se abrió de nuevo y Remus asomó la cabeza.

—¿Estáis todos bien? —preguntó al grupo, que asintieron despacio—. De todas formas, tomad chocolate —repartió un trozo a cada uno—, os vendrá bien.

—Gracias —fue el murmullo general.

—¿Por qué había dementores en el tren? —preguntó entonces Maia.

Remus dudó un poco antes de hablar.

—Buscaban a Sirius Black —todos se tensaron en ese momento—. Pero no os preocupéis, porque no está en el tren. Y no le ha pasado nada a nadie, solo algunos desmayos.

—¡Menos mal! —dijo Fred soltando aire.

—¿Has visto a Emily?

—Está bien, con Ginny —añadió, dirigiéndose a los gemelos, que le agradecieron con un asentimiento—. Tengo que ir a ver al maquinista. Comed el chocolate y calmaos, ¿de acuerdo?

Tardaron un tiempo en tranquilizarse y olvidar la extraña sensación que habían tenido en el cuerpo mientras veían al dementor, tiempo durante el cual ninguno dijo nada. Pasados unos diez minutos Draco, que parecía bastante recuperado, se levantó y salió de allí sin mirar a los Weasley.

Estos decidieron ponerse a jugar al snap explosivo junto a Lee para centrar su mente en otra cosa, hasta que el tren llegó a Hogsmeade poco después.

Salieron al andén y siguieron al resto de los alumnos, llegando a un camino embarrado y desigual, donde aguardaban al menos cien diligencias, todas tiradas por caballos invisibles. Cuando subieron los seis y cerraron la portezuela, se puso en marcha ella sola, dando botes. La diligencia olía un poco a moho y a paja. Maia se sentía mejor después de tomar el chocolate, pero aún estaba preocupada. Sus amigos la miraban todo el tiempo de reojo, como si tuvieran miedo de que se agobiara o algo.

Mientras el coche avanzaba lentamente hacia unas suntuosas verjas de hierro flanqueadas por columnas de piedra coronadas por estatuillas de cerdos alados, Maia vio a otros dos dementores encapuchados y descomunales, que montaban guardia a cada lado. Se reclinó en el asiento lleno de bultos y cerró los ojos hasta que hubieron atravesado la verja. El carruaje cogió velocidad por el largo y empinado camino que llevaba al castillo; Lyra se asomaba por la ventanilla para ver acercarse las pequeñas torres. Finalmente, el carruaje se detuvo y los chicos bajaron. Entonces oyeron una voz que arrastraba alegremente las sílabas cerca de ellos:

efímeros · george weasleyWhere stories live. Discover now