—¡Por favor déjame hablar! No tengo ningún prometido. Terminé con Steve hace más de una semana. Y lo siento, debí decírselos, pero estaba buscando el momento oportuno.

—¿Cómo que terminaron? ¡¿Qué fue lo que pasó?! —mi madre exigió saber.

—Pasó que no lo amo mamá, no quiero casarme con él, ni ahora, ni en unos años.

—Ese chico maldito. Solo te llenó la cabeza con tonterías —mi padre caminaba de un lado al otro de su oficina.

—Si hablas de Aaron, no es así. Mi compromiso con Steve es algo que nunca debió suceder. Es algo a lo que ustedes me presionaron.

—Por supuesto que no, Maya. Tu tenías una relación con él.

—Sí, una relación que apenas empezaba, de una adolescente que solo gustaba de un chico. Después de mi cumpleaños se los íbamos a decir, pero de pronto mi padre apareció diciendo que le había dado mi mano en matrimonio, cuando nunca hablé nada de eso.

—Si estás en una relación, es porque tienes la intención de estar con esa persona toda la vida, y Steve era el mejor prospecto para ti —me recalcó mi padre, yo no podía más que negar con la cabeza, en total desacuerdo—. Vas a hablar con Steve ahora y a arreglarlo todo.

—¡¿Qué?! No, no haré eso. Ya les dije que no quiero casarme con él. Y además, ahora estoy con Aaron y a él sí lo amo.

—¡Qué tontería! Solo te está manipulando. Nosotros sabemos qué es lo que te conviene y no dejaremos que te siga llenando la cabeza.

—No me está llenando la cabeza papá. Ya no soy una niña. Sé exactamente lo que quiero. Y lo lamento, pero no voy a cumplir sus expectativas. Pueden apoyarme o no, me da igual, porque no pueden decidir lo que haré con el resto de mi vida. No estudiaré medicina, ni me casaré con Steve.

—¿De qué hablas? —mi padre volvió a enfurecer.

—Lo que oyeron. Quiero estudiar veterinaria o biología marina, algo con lo que pueda ayudar a los animales. Y la familia de Aaron abrirá una sucursal de su empresa aquí, ya me contrataron y trabajaré con ellos.

—¿Estás escuchándote? Dices que no eres una niña y tienes las mismas fantasías de cuando tenías cinco años. Estás loca si piensas que vamos a apoyarte.

—Maya por favor, entra en razón, solo dices tonterías —acotó mi madre, quien parecía un poco más serena.

—No son tonterías, es mi vida y lo que quiero hacer con ella.

—Como tus padres vamos a velar por tus mejores intereses y los de la familia. Dame tu celular. Tienes prohibido salir de casa, tu madre te llevará y te recogerá del colegio. Hablaré con el director y los maestros para que no permitan que ese chico se acerque a ti, hasta que pueda ponerle una orden de alejamiento.

—El que está siendo ridículo eres tú.

Mi madre me estiró la mano, pidiendo mi teléfono. Obvio no se lo iba a dar, eso era lo único que tenía de vida personal que ella no revisaba. Como me negaba, mi padre me tomó por los hombros y me hizo sentar a la fuerza en la silla, con la misma torpeza me arrebató el celular del bolsillo de mi pantalón. Evitando con su mano que me levantara, le extendió el aparato a mi madre con la otra.

—¡No pueden revisar mis cosas! —reclamé.

—Por supuesto que podemos.

Mi madre comenzó a leer mis mensajes, los primeros que halló fueron los de Aaron y solo vi su rostro de horror al leer. Su gesto empeoró de pronto y me puso el aparato frente a la cara, mostrándome la fotografía desnuda que le había enviado días antes.

TransalternaWhere stories live. Discover now