Mirar alrededor

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—Maya, tenemos invitados

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—Maya, tenemos invitados. —Mi madre señaló lo obvio.

—Sí, hola —saludé al invitado agarrando el único asiento vacío que quedaba en la mesa, justo al frente suyo.

—Esas no son formas de saludar Maya —Me reclamó.

—¿Y cómo quieres que lo salude? Está en mi clase, se sienta al lado mío, lo acabo de ver.

—Con la educación que te dimos en esta casa. —Ella mantenía su tono severo. Mi padre no sabía si intervenir. Mis hermanas por supuesto estaban de lado de mi madre y Tiago y Aaron se aguantaban de reír.

—Buenas tardes, señor Hyde —dije con el tono más hipócrita que me fue posible.

—Buenas tardes señorita Dumas, es un placer que me reciba en su hogar —me respondió con el mismo tono.

—Aaron, ¿hace cuánto que viniste a vivir aquí? —mi padre se apresuró a decir antes de que mi madre hiciera otro comentario.

—Llegué recién hace un par de días —respondió con mucha cordialidad, el incómodo momento ya quedaba olvidado y todos comenzábamos a comer.

—¿Tus padres se mudaron aquí por algún motivo? ¿Trabajo? ¿A que se dedican? —mi madre se mostró interesada, ella necesitaba conocer a todos en el pueblo, en especial a quienes se juntaban con sus hijos.

—No tengo padres. —Aaron respondió con tanta naturalidad que volvió a crear un silencio incomodo—. Vine con mi hermano. Nacimos aquí, pero cuando mis padres murieron nos fuimos al extranjero con un tutor. Ahora que voy a acabar el colegio decidí regresar al pueblo y estudiar en su prestigiosa escuela de medicina.

—Oh... lamento escuchar lo de tus padres, ¿dices que vivían aquí?

—Sí, mi padre fue psiquiatra en el hospital.

—Espera, apellidas Hide ¿verdad? —mi padre se sorprendió—. Por supuesto, lamento no haberme dado cuenta. Tu padre era una eminencia en su rama, llegó al hospital hace años y lastimosamente él y su esposa fallecieron en un accidente. Yo fui quien los atendió en cuanto llegaron a emergencias, lamento que fuera tarde. Fue una perdida enorme para la comunidad médica.

Me costó tragar el bocado que me había metido a la boca. No sabía que los padres de Aaron habían fallecido.

—Sí, yo no me estoy especializando en esa rama, pero igual estudiamos con muchos de sus libros e investigaciones. Es una leyenda —Steve habló con entusiasmo. Mis hermanos también lo miraban con atención, se veían igual de ridículos que las chicas del colegio.

—¿Vas a seguir su legado? —mi padre preguntó regresando a cortar su filete.

—No, voy a especializarme en pediatría.

—¿Te gustan los niños? Seguro serás un buen padre. —Coral intervino por primera vez, estoy segura que si no hubiese sido porque Aaron era menor que ella, que a esas alturas habría intentado conseguir su número como fuera.

TransalternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora