La cacería

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Convencer a Aaron de esperarme a la salida del colegio no fue sencillo

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Convencer a Aaron de esperarme a la salida del colegio no fue sencillo. No podía faltar dos días seguidos ya que de la dirección llamarían a mis padres. Tampoco estaba segura de qué utilidad tendría yo al buscar al carroñero. Ni siquiera lo podía ver, pero se suponía que ese era mi trabajo y debía aprender sobre él. También estaría demasiado nerviosa pensando que Aaron y Liam se enfrentarían a esa cosa solos.

En el recreo no vi rastros de mi hermano ni de Grecia. Esperaba que Grecia se lo hubiese llevado a hablar a solas respecto a su situación y no estuviesen solo teniendo sexo en algún lugar vacío. Si los descubrían, serían expulsados de seguro y sobre todo los padres de Grecia no tendrían contemplaciones respecto a no dejarla salir de su casa nunca más.

Al menos no faltó a las clases, y a la salida tuve que apresurarme y correr para que no me acompañara.

Los chicos cumplieron. Liam y Aaron me esperaban al pie de la montaña, cargados con sus respectivas mochilas.

—Dado que estaré en peligro, ¿no podrías darme algo? —le pedí a Aaron mientras caminábamos.

—¿Algo como qué?

—Una pistola, un cuchillo, algo —consideré.

Se detuvo con un resoplido, abrió su mochila y me extendió una bolsa... de sal.

—¿Sal de nuevo? ¿Que se supone que haga? ¿tirársela? —me quejé.

—Es una buena opción.

—Ni puedes verlos. Perjudicas más que ayudar. —Liam dijo pasando al lado mío, de manera desdeñosa. A veces era tan insoportable como un hermanito pequeño.

—Recién empiezo en esto, hace una semana ni sabía de la existencia de estos entes, o lo que sean. En cambio ustedes, literalmente fueron creados solo para dedicarse a esto. Me llevan ventaja.

Liam se detuvo en seco y volteó a mirarme, con una expresión algo triste.

—Wow... no pensé que lo dirías. Eso duele ¿sabes? Tal vez no nacimos en una familia amorosa como la tuya, ni tuvimos una infancia normal ni tantas oportunidades en la vida como tú. Pero tenemos sentimientos. Aunque seamos niños probeta armados en un laboratorio, también somos seres humanos —me reprochó con tono lastimero.

Un nudo se me hizo en la garganta. Había hablado sin pensar. No consideré que eso podía afectarles. Los veía tan fuertes y decididos que... era cierto, olvidaba que eran humanos como yo.

—Liam... No pensé lo que dije —comencé a disculparme, atropellando las palabras por no estar segura de qué decir.

De pronto noté como el maldito se reía.

—No le hagas caso —Aaron me dijo aguantándose de reír también.

—Eres muy manipulable y sentimental —se burló Liam, todavía riéndose.

TransalternaWhere stories live. Discover now