La dimensión T50

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—¡¿Por qué revisas mis cosas?!—fue su reclamo.

—Nunca tienes problemas con que vea tus dibujos. ¿Por qué no quieres que vea este? ¿Ya sabías quién era de antes?

—Claro que no, eso... no es nada, solo déjalo—me ordenó, tratando de quitarle importancia al asunto. Como si yo fuera estúpida y solo lo dejara pasar.

—¿¡No es nada!? ¡Esto lo dibujaste hace seis meses! Se supone que en ese tiempo no me conocías. ¿Y qué hay del nombre? ¿Cohen? ¿Cómo sabías eso? ¿Qué me estás ocultado?

—¡No te oculto nada! Solo estás dejándote influenciar por Marcus y sus idioteces.

—Ni siquiera pensé en Marcus, pero ahora sí me estás dando motivos para creerle. —Lejos de calmarme, Ian me estaba enfureciendo y asustando. Él volvió a acercarse hacia mí, en un movimiento brusco y de alguna forma eso alteró al ente. De un brinco se puso delante de mí, creció bastante y por primera vez vislumbré un par de colmillos en su boca. Parecía que me protegía, y eso causó que Ian retrocediera en su intento de querer arrebatarme el dibujo de nuevo.

—Sophie, calma a esa cosa o la voy a mandar al otro lado —me advirtió, bajando el tono voz, en serio se notaba amenazado por Aaron.

—No puedo controlarlo, él percibe algo negativo—le respondí.

Ian cerró los ojos como meditando, respiró un par de veces, calmándose y regresó a mirarme.

—¿Cómo puedes pensar que yo te haría algo malo? —habló con otro tono de voz—. Ven, solo, déjame explicarte ¿sí? —me estiró la mano, como gesto de confianza.

—No me mientas.

—No voy a hacerlo. La del dibujo no eres tú ni Maya. Y sí, lo dibujé hace seis meses y no he sido del todo honesto contigo. Pero no porque esté ocultando algo, solo no encontré el momento para decírtelo. Lo haré ahora si me das la oportunidad.

—Aaron, ven, cálmate —le hablé al ente, sin estar segura de que me hiciera caso, por suerte lo hizo. De inmediato volteó hacia mí, dejó la posición de ataque y se hizo más pequeño.

Ian insistió en acercarse, con mi lenguaje corporal le di a entender que hasta que no me explicara las cosas, prefería mantener mi distancia.

—Bien, te escucho.

—Es largo y complicado de contar—dijo.

—Entonces empieza. ¿Cómo que no soy yo?

—No eres exactamente tú. Es otra versión de ti. En otra dimensión aparte de la T51 y la T52. Ya sabes que hay una cantidad incalculable de dimensiones. Algunas tienen la misma raíz y son parecidas entre sí, como las dimensiones T. Dentro de estas algunas son gemelas, como la T51 y la T52, pero en la otras, en muchas de ellas hay versiones nuestras y de otras personas que conocemos.

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