El chico nuevo

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El corazón se me aceleró, no sabía si seguir mirándolo o disimular. Subí mi libro para cubrirme el rostro y de reojo vi cómo se sentó en el asiento vacío que había a mi lado. Él ni siquiera me miró.

¿Era posible? ¿Se trataba del mismo chico? No me animaba a mirarlo otra vez para confirmarlo.

Nunca había estado tan ansiosa. Me era imposible prestar atención, solo podía mirar de soslayo a mi derecha y confirmar que el chico nuevo parecía no prestar atención ni al maestro ni a mi. No me quedaba más que aguardar hasta el recreo y esperar que me reconociera.

***

Por más que intenté darle alcance, salió antes del aula y tras él medio curso, sobre todo las chicas, quienes lo avasallaron de inmediato. Mi intención no era conocer al nuevo "chico guapo del salón", pero tampoco estaba muy segura de qué era lo que buscaba. Si lo pillaba a solas qué le decía ¿Hola, vives una segunda vida en Scielo1 como yo? ¿me recuerdas? Soy la chica del tren.

En definitiva, una aproximación iba a ser complicada. Me senté en una de las mesas que teníamos en el jardín. La escuela secundaria de Almarzanera era hermosa. Teníamos mucho espacio verde y las aulas eran muy luminosas, a veces demasiado, y si te tocaba cerca de la ventana terminabas con mitad de la cara chamuscada antes del segundo periodo.

Mi secundaria en Scielo1 fue completamente diferente. Un edificio gris, un patio pequeño de cemento y conseguir la ventana que estaba protegida por barrotes de hierro era un privilegio.

Estaba sentada sola, mirando como el chico nuevo conversaba con varias de mis amigas y algunos varones se mantenían medio metro alejados, escuchándolo, cuando una mochila cayó a mi lado sobre la mesa y me hizo dar un brinco.

—Tú ya tienes novio, no andes fichando a otro —me dijo Tiago.

—No estoy fichando a nadie. Es un chico nuevo y es raro que alguien entre a tan solo seis meses de terminar el colegio, solo por eso lo miro.

—Sí, es raro, pero es alto, ¿crees que juegue al básquet? —me preguntó evaluándolo de manera descarada.

—Solo porque es alto no significa que juegue al básquet.

—No, pero podría y necesitamos gente nueva desde que Erick se lastimó.

—¿Yo qué? —enseguida el susodicho apareció comiendo un sándwich que seguro había comprado a los de quinto. Erick era uno de los mejores amigos de mi hermano y como él jugaba al básquet, hasta que en las vacaciones cayó sobre las rocas en la costa por hacerse al gracioso y se fracturó un tobillo.

—El nuevo tiene buena altura, tal vez pueda reemplazarte en el partido de la próxima semana.

—Puede ser...—le respondió a mi hermano con un trozo de comida en la boca.

—¡Dejen de asumir que juega básquet porque es alto! O que siquiera va a entrar al equipo, tal vez tiene otras cosas que hacer —los regañé.

—Con que bloquee es suficiente.

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