Las jóvenes del Círculo

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Cerré los ojos dejando el agua fresca mojar mi rostro y resbalé en la ducha cuando me abrazaron por la espalda

—Cuidado —me dijo Aaron, evitando que cayera.

—¡¿Qué haces?! Pensé que te habías ido.

—No vas a dejarme así, bonita.

—Tengo que salir rápido —me excusé, pero él ya me acariciaba mi zona más sensible y no pude resistirme—. Está bien, pero rápido. —Me apoyé contra la pared de la ducha y Aaron comenzó a penetrarme desde atrás.

—No voy a tardar mucho —me avisó embistiéndome con fuerza, haciéndome flaquear, sosteniéndome para que no me cayera en el suelo resbaloso.

El agua caía por nuestros cuerpos, sus manos me mantenían muy pegada a él, con mi espalda contra su pecho.

Solté un gemino inconsciente y su mano tapó mi boca.

—Shhh, no quieres que tu madre llegue a escucharte ¿no es así? —me preguntó al oído.

Y como si la hubiese invocado, la escuché en mi habitación, afuera del baño.

—Maya, ya apúrate, tu hermana está nerviosa con que no van a llegar —me gritó golpeado la puerta.

No le pude responder porque Aaron me seguía callando.

Estaba nerviosa, en pánico, porque a mi madre se le ocurriese abrir la puerta. Ella no respetaba en absoluto mi intimidad.

De pronto Aaron dejó de moverse, indicándome que había terminado. Salió de mí y me soltó, yo me desplomé de rodillas al suelo de la ducha.

—Nos vemos en la tarde —me avisó antes de desaparecer.

En ese momento lo odiaba un poco. Me quedé ahí de rodillas, recuperándome, y me levanté para cerrar la ducha. En eso me puse a pensar dónde era que Aaron se había ido, o en qué lugar se ocultaba cuando salía de mi habitación ¿se había ido desnudo? ¿Dónde tenía su ropa?

Preguntas que necesitaba me respondiera después.

***

Me aceleraron para que comiera y me vistiera. De haber sabido que las reuniones del Círculo eran sábado en la mañana, tal vez habría considerado buscar formas alternativas para investigar.

Como era la primera reunión con las nuevas, estaría ahí casi todo el día.

Mi madre nos llevó hasta la mansión. Ella se reunía con las otras señoras y Coral me dirigió al interior, pasamos por el extremo opuesto al que yo había investigado durante el brunch y llegamos a un salón situado en una de las torres. Tenía cuatro filas de bancos de madera tallados, muy antiguos. El revestimiento de piedra de toda la mansión, por el contrario a lo que pudiese parecer, no le daba un aspecto lúgubre y frio al interior. El sol que entraba por las amplias ventanas hacía del aula un sitio luminoso, cómodo y nos aislaba del calor intenso.

Algunas chicas de mi curso ya estaban ahí, Cristina y Sabrina entre ellas. Me senté junto a mi amiga en una de las bancas de atrás. Conté en total a doce chicas además de Coral y dos guías, que preparaban la reunión adelante.

—¡Buenas días a todas! Es increíble que estén aquí. Saben que fueron seleccionadas por que son chicas especiales, que van a lograr cosas especiales para la comunidad y el mundo. Futuras líderes y siervas del estado utópico. —Coral se paró al frente y nos comenzó a hablar.

Una de sus compañeras pasó entonces por los bancos, con una cesta y de ahí fue sacando unos pañuelos blancos que nos entregó a cada una.

—Vamos a empezar esta primera reunión con la promesa de cumplimiento de nuestros cuatro pilares: compromiso, lealtad, desprendimiento y subordinación —complementó la otra guía.

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