capítulo uno

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El sonido de los árboles sacudiéndose por el viento era el único ambiente en aquella aburrida noche. Hinata era el único signo de vida mientras cojeaba. Su pierna trasera se arrastraba tras él, dejando un rastro de sangre a su paso. Todo era una bruma de dolor. Un lobo sin manada era débil. Hinata acababa de aprender esa lección.

No pasó mucho tiempo hasta que su cuerpo finalmente se rindió de dolor. Su gran cuerpo se derrumbó pesadamente en el suelo del bosque. Podía ver una luz brillante en la distancia, acercándose lentamente. A Hinata no le importó. ¿Por qué debería importarle al fin y al cabo? Iba a morir. La luz se atenuó lentamente mientras su conciencia se desvanecía por completo.


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Calor. Eso fue lo primero que sintió Hinata cuando se despertó. Estaba en un lugar cálido. Vaciló, movió las patas y aguzó las orejas. Podía escuchar sonidos de la naturaleza, pero sonaban apagados. Le dolía la pierna de atrás, pero no tanto como cuando estaba recién hecha.

Lentamente, Hinata abrió sus ojos verde pálido. Estaba en una guarida. Sus ojos se adaptaron a la oscura área y rápidamente se fijó en su entorno. Estaba en una pequeña cueva, muy parecida a su antigua guarida. Hinata estaba, cuanto menos, confundido. Recordaba haber cojeado por el bosque después de haber sido atacado. No estaba ni cerca de su antigua guarida cuando colapsó.

Hinata negó con la cabeza y se concentró en sus recuerdos. Recordaba la luz brillante acercándose a él. Después de eso, sus recuerdos se tornaban confusos. Estaba en un espacio cerrado sin olores del bosque. Se levantó de un sobresalto al recordar que había un humano arrullando suavemente para él.

Se incorporó solo para gritar al poner demasiado peso en su pata lesionada. Gritó de frustración mientras se levantaba con mas cuidado y se dirigía rápidamente hacia el olor de la naturaleza. Su pelaje se erizó cuando salió de la guarida. Sus agudos ojos analizaron rápidamente el área a su alrededor.

Estaba en una zona boscosa que no se veía muy diferente de su antiguo hogar. Lo que era diferente era la red brillante que parecía impedir su escape. Con cautela, Hinata caminó hacia el brillante material y lo olfateó. El olor era fuerte y arrugó la nariz con disgusto.

A estas alturas, estaba completamente preparado para comenzar a entrar en pánico. No sabía dónde estaba ni por qué estaba aquí. ¿Qué iba a hacer? El material plateado bloqueaba su escape, así que, ¿a dónde se suponía que debía ir? ¿Iba a morir aquí? ¿Qué pasará si...?

─Oye, oye.

Hinata saltó visiblemente ante la inesperada voz. Giró la cabeza con frenesí, haciendo todo lo posible por continuar gruñendo intensamente.

─... Mira arriba.

A pedido de la suave voz, Hinata levantó la cabeza. En el árbol directamente sobre él había una pequeña felina. Era, como mucho, la felina más pequeña que Hinata había presenciado.

─¿Quién eres? ¿Y dónde estoy? ─preguntó Hinata incluso mientras su pelaje temblaba de miedo.

La pequeña felina dejó escapar un enorme bostezo, mostrando sus pequeños dientes afilados. Hinata aprovechó la oportunidad para observar a la pequeña criatura. Su pelaje gris era extremadamente esponjoso y bien cuidado. Sus ojos eran de un color rosado y se movía lentamente, como si fuese demasiado esfuerzo.

─Soy Nanami. Eres el recién llegado ─declaró la gata con pereza.

─¿Recién llegado? ─Hinata estaba más que confundido a estas alturas.

─Estabas herido, ¿verdad? Mi humana debe haberte encontrado y traído para ser tratado. Se llama Monomi ─declaró Nanami casualmente como si sus palabras no fueran a infundir miedo en cada parte del ser de Hinata. ¿Había sido capturado por un humano?

─¿Qué...? ¿Qué me va a pasar? ¡¿Voy a morir?! ─preguntó Hinata en pánico. Su pelaje estaba erizado, alerta.

Nanami inclinó la cabeza lentamente.

─... ¿Morir? ¿Por qué te habría curado Monomi si fueras a morir?

Hinata miró su pata trasera herida. De hecho, estaba mucho mejor que cuando se derrumbó en el bosque.

─... Déjame explicarte más ─declaró lentamente la felina mientras bajaba del árbol. Hinata admiraba su valentía ya que fácilmente podría haber decidido matarla.

─Mi humana acoge animales heridos como tú. Esta área es tu recinto. Básicamente, es tu territorio. Hay recintos al otro lado de esta valla. Recuerda ser amable con tus vecinos ─declaró Nanami, muy lentamente.

¿Por qué diablos querría Hinata comunicarse con animales que son solo juguetes humanos? Su oreja se movió y su nariz se arrugó con disgusto.

─... Conozco esa mirada ─declaró Nanami, y su pelaje se esponjó aún más─. Estás menospreciando a todos los demás incluso antes de conocerlos.

Hinata se sorprendió por la facilidad con la que Nanami leía la mente. Sus ojos se entornaron mientras lo miraba.

─... Escucha. Sé que eres un animal salvaje, pero puede que te termine gustando estar aquí ─dijo Nanami lentamente.

─¡¿Gustarme estar aquí?! ¡¿Cómo se supone que me va a gustar estar aquí?! ─gruñó Hinata ante aquella estúpida idea.

─Aquí cuidarán de ti. Se te dará comida, refugio y amigos. Esos amigos pueden ser de distintas especies, pero siguen siendo amigos. ─Los ojos de Nanami brillaron con determinación.

¿Ser amigo de animales que se supone que son su presa? ¿Cómo se suponía que iba a aceptar eso?

Nanami comenzó a caminar hacia la red plateada lentamente y saltó sobre ella.

─Volveré mañana. Se está haciendo tarde. Monomi me deja tumbarme en sus piernas cuando duerme, así que no me lo pierdo.

─Entonces, ¿qué se supone que debo hacer yo? ─preguntó Hinata, irritado.

─No sé. Dormir, supongo. O haz lo que hagan los lobos. Monomi te traerá comida por la mañana. Si eres amable con ella, te dejará conocer a los demás... creo. ─La felina comenzó a caminar lentamente hacia un gran edificio con brillantes luces encendidas desde dentro.

Hinata se quedó solo. Su pelaje se erizó ante la idea de estar atrapado en este lugar. Toda la información que la felina le había dado estaba dando vueltas en su cabeza, sumándose a la sensación de pánico que se agitaba en su pecho. Sus ojos se desviaron hacia el cielo, oscureciéndose rápidamente. Al menos eso seguía siendo igual.

TO BUILD A HOME. komahinaWhere stories live. Discover now