4. Quiero verlo

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3 de Agosto de 2019

Holanda

Acabo de interactuar, hablar, conversar, con un muchacho pelinegro bastante majo y simpático, que quería conocer mi nombre ¿creíble? No lo sé, eso solo pasa en los libros y películas.

Aunque ahora no se el suyo, contra.

A lo largo de mi vida tuve contacto con pocos chicos, podría contarlos con una mano, sin hablar de mi vida amorosa entorno a los hombres, está bastante desolada esa parte. Aunque tuve una época de pequeña en la que tuve más amigos hombres que mujeres, pero en realidad eran unos imbéciles de arriba abajo.

Mis pensamientos desaparecen cuando observo a través de mis retinas que solo falta una manzana para llegar a mi cuadra. Rápidamente me levante del asiento doble, tomo mi bolso gris colgándolo en el hombro derecho y tomando mi libreta de dibujo, colocándola bajo mi brazo izquierdo. Con la mano derecha oprimo el pequeño botón colorado para poder bajar de este transporte.

Apenas las suelas de mis zapatillas blancas tocan el pavimento de la acera, tomo mis auriculares del bolsillo de enfrente, los conecto al móvil y colocó la canción, American Authors - Best Day of my life, dejándome paso libre a transportarme a mis pensamientos de nuevo, junto con una melodía rítmica pegadiza que suena por as pequeñas bocinas posicionadas en mis orejas.

El chico era hermoso, sin dudarlo.

Tenía pelo azabache hasta casi llegar a los hombros que caía de manera limpia a cada lado de su rostro, en mechones ondulados, que a simple vista se veían suaves.

Su rostro era acompañado de muchos lunares visibles y en su nariz se hallaban varias pecas tostadas salpicadas, ojos color verde con motas azules medianos con pestañas carbón, cejas negras y gruesas parecidas a dos gusanos, tez tostada balanceada entre el moreno y el blanco, labios medianos y boca ancha con dos líneas de dientes blancos, si sonríe sería clasificado como la octava maravilla del mundo, si yo sonrío podría espantar a Rufus.

Pobre animalito

Camino unas tres manzanas más hasta llegar a la pequeña casa amarilla, tamborileando la cabeza al ritmo de la próxima canción que pasa en la lista de música descargada en mi teléfono. La casa amarilla es pequeña, cómoda pero aun asi a simple vista se ve que los años la han golpeado duro. Susi me saluda desde la entrada blanca dándome la bienvenida mientras rega una maseta con flores naranjas, Braulio se encuentra sentado en el pequeño sofá bordo a la izquierda de la sala de estar, mirando un periódico local, aunque estoy segura que sería más fácil si lo ve en su teléfono celular.

Levanta la vista de ojos negros para saludarme como lo hace todas las veces que vengo de la universidad.

- ¿Cómo te ha ido hoy? - me pregunta, enseñando enigma en sus arrugados ojos y una pequeña mueca casi invisible en sus delgados labios.

Pienso si ignorar la pregunta, ya que solo tengo ganas de ir a mi cuchitril con olor a pintura para quedarme sola y poder procesar el día, pero ellos ya han hecho demasiado el día de hoy, además no fui educada para ser grosera asi que habló - Si me fue bien hoy rendí el parcial de ilustración.

Me quedo unos minutos parada con las cosas que tuve que utilizar hoy, digamos que el bolso no pesa un kilo solamente, esa cosa lleva demasiados materiales para mi pobre espalda.

Susi me observa sorprendida ya que solo esperaba que me fuera escaleras arriba a mi habitación para no salir hasta mañana como suelo hacer, pero aun así ellos ya están haciendo mucho en este momento.

-Está bien no te preocupes - el señor Williams no se esfuerza en seguir porque sabe que estoy cansada por el día y que seguro el parcial me dejo derrotada

-Con permiso- con eso, subo a zancadas pequeñas escalera arriba para llegar al segundo piso donde está la puerta de mi habitación, hoy no tengo hambre para cenar.

Me siento en la silla felpuda color blanco, la pequeña silla mira al gran escritorio de madera clara que se posiciona frente a una ventana con las cortinas abiertas que dan a la oscura, pero a la vez brillante noche concedida por la luna y las estrellas, otorgando un paraíso y arte proyectado en el material de vidrio con marco de madera.

Abro mi bolso, estirando el cierra para que abra, sacó un lápiz de grafito y una goma de borrar, del estuche negro de materiales y expreso mi día en una hoja de papel con trazos desarmados intentando conformar una forma identificable.

Sin darme cuenta estoy dibujando al ojiverde, ya que sin que él se dé cuenta iluminó mi día con su simpática personalidad.

Quiero verlo de nuevo, de eso estoy segura.

DespertarWhere stories live. Discover now