El secreto de Grecia

Start from the beginning
                                    

Lanzarnos de un acantilado y volver a subir, era lo más riesgoso y estúpido que cualquiera, incluso con nuestros poderes, podría hacer, igual lo repetimos varias veces, la adrenalina fluía y se hacía adictiva. Cada vez podía llegar más abajo.

Cuando el sol empezó a ocultarse en el horizonte, Aaron y yo nos sentamos en la orilla del mar, para disfrutar del crepúsculo. Liam, Grecia Y Tiago jugaban entre las olas. Me apoyé contra el pecho de Aaron, sentada entre sus piernas y él apoyó sus brazos en mis hombros.

Respiraba paz. Era tan agradable solo estar así, disfrutando del momento, sin preocupaciones en la vida.

—Me dan un poco de pena —le mencioné a Aaron mirando hacia los otros chicos.

—¿Por qué?

—Grecia tiene otros planes en la vida, no estará con ninguno y ambos están ilusionados con ella.

—Será hasta que encuentren a alguien más.

—¿Así de simple? —le reclamé por su respuesta—. ¿O sea, puede que encuentres a alguien más y yo ya no importe?

—No seas ridícula, sabes que con nosotros no es lo mismo.

—¿Porque el universo está configurado para que estemos juntos en todas las realidades? —le pregunté.

—Exacto.

—¿Y no puede estar configurado para Grecia también?

—Sí, pero no con Liam.

Su respuesta me llamó la atención, volteé mi cabeza hacia él.

—¿Cómo sabes eso?

—Es mi hermano. Grecia es la primera chica fuera del proyecto con quien se relaciona de verdad y la primera que le gusta. Creo que no sabe distinguir aún entre amor y amistad.

—¿Entonces por qué lo incentivas? —le reclamé, unos días atrás me apostaba que su hermano se ganaría el corazón de Grecia antes que mi hermano.

—No lo incentivo, no puedo irle dando directrices sobre sus relaciones sociales, debe descubrirlas solo. Que viva un poco, y es divertido ver como pelea con Tiago. Se enteró que le dijimos que es gay y estaba muy enojado contigo.

—¿Conmigo por qué? —le volví a reclamar.

—Porque le dije que fuiste tú. No iba a confesar que fui yo. Vive conmigo y es muy vengativo.

—¡Eres odioso! —le dije dándole un golpe en el pecho. El solo se rio. Ya veía por qué Liam a veces era tan rancio conmigo, se creía que yo inventaba rumores sobre él. Obviamente iba a aclararle las cosas y culpar a Aaron.

Cuando escuché mi teléfono sonando en la mochila, me di cuenta que era hora de irnos. Mi madre llamaba enojada preguntando dónde estábamos y por qué tardábamos. Ya sabía del auto y pese a que no diría nada, eso la ponía de mal humor. Seguro no se había tragado eso de ir a estudiar y sabía que estábamos estrenando el auto nuevo.

Con Grecia nos retiramos a un rincón alejado para quitarnos las prendas mojadas. Ella tenía su ropa seca en la mochila. Yo tenía mi ropa de gimnasia. Servía para no irme mojada a casa.

—¿Siempre escapas así? —le pregunté quitándome la blusa mojada que se pegaba a mi pecho.

—Sí. Cuando llego a casa del colegio me encierro en mi habitación. Mis padres piensan que estoy estudiando, por eso no me interrumpen. No me dan permiso de salir mucho.

—¿Siempre supiste que puedes teletransportarte?

—No, lo descubrí hace dos años. En el risco. Un día solo subí ahí y...—hizo una pausa—. Salté, pero me arrepentí. De golpe aparecí arriba de nuevo. En ese momento no supe qué pasó, pensé que era una señal o algo y más tarde caí en cuenta que podía hacerlo a voluntad. Ahora voy ahí seguido, como no hay nadie en la semana es mi lugar favorito. Me gusta saltar y regresar, aunque a veces pienso en continuar con la caída, pero me acobardo.

TransalternaWhere stories live. Discover now