—Si, si — contestó airado — Dormiré un poco... No quiero vomitar sobre mis pantalones.

Íbamos en total silencio cuando de pronto decidió hacer una llamada y a quién quiera que respondió del otro lado de la línea, hizo que su gesto se transformara de inmediato.

Mostrándose coquetamente descarado.

— Estoy hospedado en The Sun — comentó — Suite 1328.

Después de dar semejante información, lo demás solo eran risas y cuchicheos. Era obvio que había invitado a una mujer a su habitación y yo no tenía ninguna forma de evitar que eso sucediera.

Esteban se fue directo a su habitación después de abrazar al señor Leonardo como por diez minutos y así mismo, darle dos muy húmedos besos en cada mejilla. Este no podía sacárselo de encima y faltó muy poco para que le diera un cólera. Quería reírme, pero debía mantener mi posición de enferma.

Ahora solo quedábamos él y yo en el elevador.

—¿Crees poder continuar tu sola?

— Si, señor. — respondí aún fingiendo mi malestar — El mareo ha disminuido y ahora solo es el dolor de cabeza. Seguro mañana ya estaré...

— Ya está.

—¿Qué?

— Ya llegamos a su piso — sostuvo la puerta del elevador.—  Baje de una buena vez. La noche se nos termina.

— Ah, gracias. — respondí desorientada.

— Más vale que mañana si me de una muy buena explicación. — musitó con advertencia.

Salí del elevador sin siquiera responder y me dirigí directo a mi habitación en un tambaleo. Debía pensar en que podía decir para impedir que me echara de su empresa. «Vamos, Sara, piensa»

Tan solo había dejado pasar veinte minutos para continuar con la siguiente locura que cruzó por mi mente para poder evitar que mi jefe tuviera una noche llena de pasión. ¡Oh, si! ¡Oh, si! Así que tomé una cobija y dos almohadas para salir directamente a su habitación.

Comprobé que estuviera completamente solo pegando la oreja y así mismo descifrar sonidos extraños relacionados con el Kama Sutra. Estaba solo, por el momento. Me planté afuera de su habitación y coloqué una de las almohadas sobre la puerta y otra bajo mi trasero para recostarme allí mismo. Situaciones extremas, medidas extremas y si era necesario quedarme despierta toda la noche, entonces eso haría...

—Oye... —alguien susurró — Oye... Niña.

—¿Qué? ¿Qué? — me incorporé de golpe cuando sentí que alguien me sacudía y lo primero que vi al abrir los ojos fue a una prominente rubia.

— ¿Por qué estás dormida aquí afuera?

Ah, seguramente se trataba de la chica con la que habló por teléfono.

— Soy la guardaespaldas de la persona que está aquí dentro.

— ¿Guardaespaldas?

— Si, guardaespaldas.

Me levanté para darle la cara, pero solo había un pequeñísimo detalle: Ella me ganaba cómo por dos cabezas.

— Soy la encargada de velar su sueño y él me pidió que nadie lo molestará.

— Debe ser un error, él mismo me pidió...

— Eres la tercera chica que viene a molestarlo — la interrumpí — Y seguramente vas a decir que él te llamó y te dio su dirección y blah, blah, blah. Eso han dicho las otras chicas y yo ya no les creo. Así que a volar querida, porque este hombre ya está en su quinto sueño pensando en la que será su futura esposa y señora.

— Eres muy rara.

—Si. Si. — respondí indiferente a su comentario — ¡Ahora, largo! Y busca a otro y de preferencia que este soltero.

Me barrio de pies a cabeza con cierto desagrado para enseguida darse media vuelta y marcharse.

«Misión cumplida»

Me volví a recostar en la misma posición, pues no fuera que quisiera regresar y esta vez si iba a mantener los ojos bien abiertos...

 

 

LA CHICA DESASTRE ©° Where stories live. Discover now