Capítulo 15: Convivencia

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Capítulo 15: Convivencia

Ingrid, mamá y yo recorrimos el castillo para mostrarle la biblioteca, el comedor y las cocinas, también señalamos el patio de armas de lejos, pues ahora mismo la guardia se encontraba entrenando y no deseábamos interrumpir su cesión. Durante este trayecto la niña no habló, se mantuvo en silencio absoluto y se limitó a responder nuestras preguntas con una torpe cortesía.

Probablemente seguía nerviosa.

—Bueno, chicos, yo los dejo que ahora debo hacer unos deberes. ¿Por qué no van con Alda?, ella está en su habitación.

—Cierto, mamá, nos vemos para cenar.

Tras despedirnos de mamá nos dirigimos al cuarto de mi hermana mayor. Ella era mi única esperanza para sacarle más palabras a Ingrid y de paso, hacerla entrar en confianza. Todavía actuaba (con justa razón) como si fuese un androide programado para responder.

— ¿Alda?, ¿estás allí? —Toqué la puerta dos veces y de inmediato, mi hermana abrió.

—Hermano, ¡hola! —Los ojos de Alda se posaron en la niña de cabello blanco que se escondía detrás de mí — ¿Ella es tu prometida?

—Así es.

—Eso nos vuelve futuras cuñadas, ¡hola!, ¿puedo saber tu nombre? —Vamos, Alda, descongela a esta niña con tu calidez personal, ¡apuesto veinte varos por ti!

—Soy Ingrid Wall, encantada de conocerte. —La pequeña realizó una educada reverencia, gesto que Alda rápidamente imitó como señal de educación.

—Me llamo Alda, ¡un placer!, no tienes que ser tan formal, no estamos en la corte. —Noté que Alda omitió su apellido verdadero, quizá porque no deseaba ser juzgada como hija ilegítima de papá o simplemente no estaba acostumbrada a usar el apellido Rose.

—Usted es la hermana del Rey Ulric, debo tratarla con el debido respeto —comentó Ingrid, sin cambiar su expresión tan tímida y educada, pese a sus palabras, la niña de cabellos blancos lucía muy incómoda. Quería irse de aquí lo más pronto posible, pero sus deberes como noble impedían cualquier deseo de huida.

— ¿Cuál respeto? —bromeó Alda, luego nos tomó de la mano a mí y a Ingrid —. ¡Sonríe!, mi hermano también anda de amargado por sus labores como soberano, pero en este castillo es solo Ulric nada más, no temas en jugar y bromear con él.

—P-Pero es su alteza, y-yo jamás podría...

—Claro que puedes, no eres mi sirvienta ni mi objeto, si tienes algo que decir puedes hacerlo y nadie se enojará contigo.

— ¡Vamos al jardín! —Alda nos arrastró directo al jardín de rosas y árboles frutales. Pese a las miradas de odio que tanto guardias como sirvientas le lanzaron, Ingrid no parecía preocupada por eso, en su lugar, quería soltarse del agarre sin éxito alguno.

Vaya, menuda diferencia de fuerza.

Alda era bastante fuerte para una niña de su edad, producto de una educación saludable y constante actividad física.

Oh, ya entendí.

—Alda, ¿podrías soltarme, por favor? —De inmediato, mi hermana me soltó pero continuó sosteniendo a Ingrid, cuya mirada incómoda solo aumentaba conforme pasaban los segundos.

— ¿Quieres qué te suelte? —susurró Alda, con una sonrisita malvada sobre sus labios.

—Estoy a sus órdenes —murmuró Ingrid, sumamente fastidiada —. Estoy para servirles.

—No te soltaré a menos que me lo pidas.

Pasaron 20 segundos muy incómodos e Ingrid no parecía ceder. Continuó con la mirada baja y llena de inquietud; Alda, por otro lado, no quiso soltarla y al contrario, cerró con más fuerza su mano.

ISEKAI: Reencarné como el Rey más pobre del mundoWhere stories live. Discover now