Capítulo 12: Anuncios y hamburguesas

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Capítulo 12: Anuncios y hamburguesas

Nos reunimos en la sala principal junto al resto de la corte luego de finalizar el entrenamiento. Hubo un silencio sepulcral, mamá se acomodó a mi lado derecho del trono, mientras Sora yacía detrás. La Guardia Real formó un cerco abajo del escalón que conducía al estrado y solo Sir Marte se colocó a mi lado izquierdo, mostrando así la diferencia de rango con sus demás camaradas de armas.

El recinto lucía más lleno que la audiencia pasada, sin embargo, en esta ocasión no hubo quejas ni susurros, solo silencio. Pude sentir la tensión en el aire acumulándose alrededor de los nobles y soldados que custodiaban la entrada. Ni siquiera Alda con su sonrisa inocente y mirada gentil fue inmune a esta sensación colectiva.

—Atención. —Mamá elevó el tono de su voz sin llegar a gritar, todo un gesto elegante que le hizo ganarse la admiración de las cortesanas y mujeres de servidumbre por igual —. Los he reunido aquí para discutir un suceso importante, les pido que guarden silencio mientras explico la situación.

Mi madre sacó de su bolsillo la carta que recibió del Rey de Apolo, llenó sus pulmones de aire y finalmente soltó la sopa.

—Aquí vamos... —susurré.

—El Rey de Apolo, Vlad II, comprometió a mi hijo, el Rey Ulric I, con su sobrina natural. Vendrán dentro de medio año para organizar los esponsales. —El silencio fue asesinado por un grito visceral lleno de groserías, exclamaciones y uno que otro insulto hacia el monarca enemigo.

Esta reacción fue más violenta de lo que esperé, quizá por esa misma razón mi madre lucía muy incómoda ante la noticia.

— ¿Cómo demonios permitimos esto?, ¡casar a nuestro rey con una bastarda de mierda! —gritó uno de los cortesanos. Ante la palabra prohibida, Alda inclinó su semblante muy triste y mamá golpeó el suelo con el cetro dorado.

— ¡Silencio! —Ante su grito, las discusiones pararon —. Por lo efusivo del momento te perdonaré la ofensa, pero al siguiente que ose decir la palabra prohibida le daré 10 latigazos.

—P-Perdone, regente... —El noble realizó una educada reverencia para pedir disculpas —. Pero no podemos permitir que se nos trate así. No ganaremos nada de este matrimonio, la niña no tiene tierras ni reclamaciones, ¿qué sentido tiene esta unión?

—Quieren limitarnos —respondió mamá —. Si nuestro rey se llegase a casar con alguien más, existe la posibilidad de tener una alianza que nos haga más fuertes y capaces de resistir su tiranía, pero al atarnos con una sobrina que no tiene tierras ni ejército detrás nos está privando de un arma política sumamente importante. Odio reconocerlo, pero el Rey de Apolo es un hombre sabio.

La explicación de mamá tenía muchísimo sentido, los matrimonios eran alianzas duraderas que llevaban consigo más que un trozo de tierra; también ejércitos y reclamaciones a futuro para poder declarar la guerra. Al privarnos de este recurso, el Reino de Apolo nos volvió a debilitar.

—En todo caso —elevé la voz —. Ya no podemos hacer nada, la niña que será comprometida conmigo no será culpable, por lo tanto, no quiero que intenten hacerle daño. —Ya me veía venir algunos intentos de asesinato por parte de fanáticos hacia la pobre criatura, además, matar al familiar de un rey, sin importar si es legítimo o no, podía traer consecuencias desastrosas como una venganza de sangre.

Eh, un momento.

Claro.

Maldita sea, logré darme cuenta de inmediato. No sabía si era un verdadero genio, o solo un idiota con muchísima suerte.

ISEKAI: Reencarné como el Rey más pobre del mundoWhere stories live. Discover now