En un páramo totalmente desolado y con cadáveres estacados al suelo, un centenar de figuras veían amenazantes hacia el frente.
Todo un ejército de globins miraban ansiosos, estaban armadas con lo poco que sus pequeños cuerpos pudiesen cargar, eran liderados por un esqueleto con armadura.
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Por encima de este grupo un montón de seres alados se encargaba de vigilar cualquier zona aérea por la cual su objetivo pudiese escapar.
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Y mucho más atrás, estaba todo un grupo de personas humanoides, pero de piel blanca y ojos vacíos los cuales por su musculatura indicaban poseer una fuerza extremadamente alta.
Siendo que este grupo de personajes estaban sosteniendo lo que podría considerarse como un gigantesco dragón de tres cabezas con una coraza como la de una tortuga pero con picos afilados en toda la parte central de la coraza.
Los ojos amarillentos de aquel dragón emanaban pura ira, odio y sed de batalla.
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Todo aquel ejército miraba fijamente hacia la solitaria figura que se paraba enfrente de todo aquellos oponentes.
Con una mirada llena de determinación, la figura posa su pierna izquierda atrás de ella... flexiona su pierna derecha hacia el frente.
