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Era la noche antes de navidad en Konoha y el ambiente estaba rebosante de espíritu y felicidad por todas partes, bueno, a excepción de uno que otro lugar.

Sakura Haruno se dirigía hacia la casa de sus padres sin mucho entusiasmo, pues en lugar de disfrutar y pasar un buen rato con su familia, tenía que soportar las constantes críticas que éstos hacían hacia su persona y sobre todo a su vida amorosa.

Desde hace tiempo que se habían empeñado en presionarla para que consiguiera pareja y así no terminar soltera por el resto de su vida, o eso es lo que alegaban ellos.

La peli rosa no entendía su obsesión por emparejarla con alguien, es decir, tenía una carrera profesional y un trabajo estable, lo que debería de ser suficiente para su familia, pero no, lo único que les importaba era si tenía novio o no.

Llegó a la casa y esperó pacientemente a que alguien abriera la puerta, aunque honestamente deseaba que nadie lo hiciera.

-Sakura, viniste... Sola... Otra vez -la recibió su tía Anko sin disimular su veneno.

-También me alegra verte tía -rodó los ojos y pasó por su lado tratando de ignorarla.

El lugar estaba lleno de decoraciones navideñas y casi toda su familia se encontraba ahí, solo esperaba pasar desapercibida toda la noche.

-Sakura ¿Qué traes puesto? -Mebuki señaló su ropa-. Te dije que si sigues usando ropa holgada jamás conseguiras pareja.

Contó hasta diez intentando controlarse y suspiró antes de encarar a su madre.

-A mí también me da alegría verte Mamá -fingió una sonrisa y se acercó a abrazarla aunque el contacto no duró mucho.

-Tenía la esperanza de que vinieras con alguien esta vez -comentó la rubia.

-Eh estado muy ocupada en el hospital y casi no tengo tiempo libre.

-Por eso te dije que estudiaras otra carrera menos demandante.

La peli rosa no quería tener esa conversación otra vez, mucho menos en vísperas de Navidad, así que decidió ignorar a su progenitora y cambiar de tema

-¿Dónde está Papá?

-Está en la cocina, ya lo conoces como es de detallista con la comida.

La Haruno se dirigió al lugar señalado y efectivamente ahí estaba el peli rosa acomodando los platos y limpiando las orillas para que se vieran más limpios. En cuanto posó los ojos en su hija, su cara se iluminó y dejó de hacer lo que estaba haciendo para ir a abrazarla.

-¡Mi pequeña Sakura! Te he extrañado -dijo mientras la apretujaba.

-Yo también te extrañe, pero ¿Podrías soltarme? Me estás asfixiando -pidió sofocada.

Kizashi reaccionó enseguida y soltó a la menor asegurándose de no haberla lastimado.

-Lo siento tanto, es que tenía mucho tiempo sin verte y me emocioné demasiado.

-No te preocupes, por lo menos no me criticaste en cuanto me viste.

-¿Qué te dijeron tu madre y tu tía? -cambió su semblante a uno más serio.

-Ya sabes, lo mismo de siempre -suspiró cansada.

-Sakura, sabes que te apoyo en todas tus decisiones, pero ¿No crees que es hora de que te consigas un acompañante?

-¡¿Tú también?! Creí que estabas de mí lado -soltó ofendida.

-Lo estoy, es sólo que me da miedo que te quedes sola cuando nosotros ya no estemos aquí -explicó Kizashi con tristeza en los ojos.

Amor De CalendarioWhere stories live. Discover now