Se dejó caer contra el tronco de un árbol para intentar recomponerse y volvió a mirar a su alrededor. Estaba esa chispa de esperanza, esa posibilidad, de que hubiera caminado dormida hasta los bosques que rodeaban la mansión en Minnesota, aunque eso no explicaba todas las sensaciones que había sentido antes de despertar en ese bosque.

Llevó una mano hacia su cuello, esperando encontrar allí el collar al que responsabilizaba de aquel inexplicable suceso, pero encontró su piel vacía y eso solo hizo que su confusión aumentara. ¿Sí el collar no estaba con ella ¿entonces donde estaba?

Comenzó a tambalearse por el bosque sin rumbo, esperando encontrar la casa antes de que la naturaleza salvaje la consumiera. Ni siquiera sabía en qué dirección debía caminar y el dolor en su cabeza no le ayudaba. Empeorando su situación hacía demasiado frío y su ropa se había humedecido un poco por estar tirada sobre el pasto.

Dio unos pasos hacia lo que esperaba fuera el final del bosque y dejó escapar un jadeo cuando cayó de rodillas, ya sin fuerza en sus piernas y la tierra manchó su piel. Volvió a ponerse de pie, con más esfuerzo del que normalmente le habría tomado y continuó su camino hacia un lago que circulaba colina abajo.

Fue junto a ese lago que comenzó a confundirse y el verdadero terror iluminó sus facciones. No había ningún lago cerca de la mansión en Minnesota. Estaba segura de que había muchos lagos en Minnesota, incluso en todos los Estados Unidos, pero ninguno quedaba cerca de la mansión y esa fue su primera alerta para comenzar a plantearse la posibilidad de que ya no estuviera cerca de la casa.

Miró el agua fluir ruidosamente por el canal y se apretó la frente en un intento por calmar el dolor. No tenía muchas otras opciones y aunque imaginaba que esa agua debía estar congelada, se dispuso a arrodillarse para mojar su rostro.

Le temblaron las manos cuando el agua golpeó su piel y congeló sus huesos, pero se contuvo de retirarlas y llevó un poco hacia su cabeza como había planeado.

El paisaje parecía tranquilo y con su espalda hacia el bosque, no advirtió a los hombres que se aproximaban hasta que una mano asquerosa le cubrió la boca y tiró de su cuerpo hacia el suelo.

En un principio ni siquiera logró entender lo que decían, pues el acento en sus palabras los llevaba a arrastrar cada letra entre sus dientes. Cuando los entendió, supo que se burlaban de ella y no planeaban nada bueno. Nada que ella pudiera soportar vivir. Comenzó a gritar en un intento por alertar a alguien que la salvara, gritó con toda su fuerza cuando logró apartar la mano de aquel hombre de su rostro y apretó las piernas para que no pudieran meterse entre estas.

Su gritó fue tan fuerte que las aves en el bosque alzaron el vuelo y el eco que provocó llegó a unos metros a la distancia, donde se encontraba la familia Taylor recogiendo la mesa después de cenar.

—Papá —llamó Madison congelándose en el lugar—. ¿Qué ha sido eso?

James Taylor era el hombre de la casa, tenía cincuenta y cinco años, lo que hacía que sus huesos pesaran demasiado para soportar la vida exigente del campo y su rostro estaba arrugada y con quemaduras de exponerse al sol en las mejillas y el puente de su nariz. Tenía una hija y a su esposa y dos bellos nietos que vivían con él. También estaba Charlie Lee, el marido de su hija y eso les dejaba la casa llena.

Se puso de pie para tomar el rifle que se apoyaba junto a la puerta y salió al porche.

—Creo que ha sido un grito.

—¿Salvajes? —preguntó Charlie deteniéndose a su lado con otro rifle.

—No en estas zonas. Riley, amor, cierra la puerta mientras no estamos.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora