—Estoy segura de que tres minutos no arruinaran nada, cariño —. Marie se puso de pie y le ahuecó el rostro en sus manos en un intento por consolarla—. Ve a tu cuarto a relajarte un poco ¿sí? Has estado muy ansiosa todo el día y necesitas recuperar la calma.

Era capaz de hacer un berrinche en esos momentos por culpa de la decepción. Se había convencido con tanta seguridad de que el collar tenía que significar algo más, que ahora sentía un vacío en su vida mucho más grande que el que la muerte de su abuela le había dejado. Parte de ella, sin poder evitarlo, había creído que el collar la traería de vuelta. Era una locura desde donde lo mirara; ¿un collar que revivía a los muertos? Ni siquiera J. R. R. Tolkien había llegado tan lejos y ahora que lo pensaba claramente mientras volvía a su cuarto en la casa de la abuela Elizabeth, se sentía estúpida.

Un minuto le tomó llegar a su habitación y cerrar la puerta a sus espaldas. Se quitó sus zapatillas junto a la cama y en los siguientes dos minutos consiguió cambiarse su ropa de día por su camisón de dormir, hecho de un delgado algodón que le terminaba por la rodilla y tenía un estampado de flores. Se detuvo frente al tocador que había en la habitación y retiró sus pendientes de sus orejas, mirando su reflejo en el espejo. Sus ojos estaban puestos en el collar, le quedaba bien y era elegante, pero no podía quitarse ese sabor de decepción que tenía en la boca.

El reloj marcó las doce y no muy segura cómo, Olivia lo sintió en todo su cuerpo. Nunca antes había sido consciente de la gravedad pesando sobre sus músculos, pero en ese primer segundo dentro de las doce cuando estiró su brazo para dejar los pendientes sobre la cómoda, lo sintió. Una fuerza superior a la suya intentando aplastarla y un intenso calor emanando desde la gema contra su cuello.

Los pendientes cayeron sobre el tocador y un suave sonido retumbó en la habitación tras el impacto. Estaba segura de que el tiempo parecía estar avanzando más lento en esos momentos y se sentía ajena a su propio reflejo. Miró sus ojos cafés que la miraban de regreso y entrecerró los parpados notando como la habitación a su espalda parecía distorsionarse como si estuviera siendo succionada hacia un agujero negro.

Miró sobre su hombro, confundida por lo que sucedía ante sus ojos y pensó que tal vez se había drogado por accidente. Había una generosa probabilidad de que el gas que calentaba toda la mansión durante las noches la estuviera intoxicando y por eso veía cosas, pero nada le explicó aquella sensación que le llegó después, cuando la misma fuerza que parecía atraer la habitación hacia un agujero negro invisible, tiró de ella y aunque intentó agarrarse al tocador para no irse volando contra la pared opuesta del dormitorio, no lo consiguió y cerró sus ojos esperando el impacto, aunque este nunca llegó.

No supo explicar lo que acababa de sucederle aquella noche, durante horas o incluso años, se sintió caer sin rumbo por una profunda oscuridad o con sus ojos cerrados, le era difícil recordar. No sabía cómo definir la sensación en su interior al caer de tal altura y no podía entender que había sucedido, pero cuando abrió los ojos, lo primero que supo es que ya no estaba en la casa.

El cielo nocturno se alzaba sobre ella con unas brillantes estrellas y las copas de los árboles enredándose entre sí cuando el viento las agitaba. Se enderezó lentamente y con un punzante dolor en su cabeza y miró a su alrededor. Estaba tirada sobre el húmedo pasto de un bosque, rodeada por árboles y los sonidos de la naturaleza durante la noche. El frío era real y erizaba sus piernas y brazos desnudos y las ramas del suelo se le enredaban en el cabello.

Apoyó sus manos para intentar ponerse de pie con el equilibrio de un niño que está aprendiendo a caminar y volvió a agarrarse la cabeza cuando se enderezó. Había caído por tanto tiempo que el mundo todavía se sentía fuera de control desde sus ojos.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ