Distinguidos por sus signos, veinte personas con características elementales fantásticas, pelean día a día en un cuadrilátero ubicado en una isla perdida, todo esto bajo la mirada de excéntricos millonarios.
Cansados de la mortal rutina, un signo de...
Una persona se adueñó de una parte específica del mundo con el fin de divertirse explotando las habilidades de las personas que habitaban este lugar que ahora poseía.
Con el tiempo, dejó de ser un entretenimiento propio y pasó a ser algo global, el resto de la humanidad se mantuvo expectante a lo que en sus pantallas se transmitía.
Aún no entiendes de que estoy hablando ¿No es así? Te pondré en contexto, uno un tanto loco que ocasiona opiniones divididas.
Hay una isla de gran tamaño dónde todos y cada uno de sus habitantes nacen con características especiales, ahora mismo todos están divididos según esas características, cuatro facciones.
Agua, fuego, aire y tierra.
Al estar divididos, los de fuego no conocen a los demás signos, pues nos llamamos de esa manera cuando se trata de generalizar, los signos no se conocen más que entre los propios, es decir, los de tierra solo conocen y conviven con los de tierra y de esa forma con los demás.
¿A qué se debe que estemos divididos?
Solo hay un momento en nuestras vidas en los que tenemos la oportunidad de saber cómo luce otro signo distinto al propio; cuando nos enfrentamos hasta que uno de los dos esté al borde de morir.
Quiénes nos ven, incluído nuestro dueño, hacen apuestas, sienten curiosidad por saber cómo resultaría un enfrentamiento entre agua y aire, realmente existen seres humanos que disfrutan del dolor que no es propio, se ríen de nuestros cuerpos golpeados, derramar sangre activa su expectativa y les emociona. Existen personas así de malas, sin empatía, sin sentido común.
Otra cosa que es curiosa es que en estos enfrentamientos son supuestamente conscientes de que la fuerza del hombre es mayor a la de la mujer, por lo que siempre han sido combates de hombre con hombre y mujer con mujer.
Pero parece que en esta ocasión, nuestro dueño despertó sintiéndose más aburrido de lo usual, por qué decidió destruir esa regla, no importandole nada más que innovar su disfrute.
Después de varios enfrentamientos de mi parte con el mismo hombre, dónde este se negaba rotundamente a golpearme y por consecuente yo fui vencedora, volvieron a colocarme con él, un hombre con habilidades de tierra que pensé por primera vez, se atrevería a hacerme frente. Pero no fue así.
Él corrió y pasó por mi lado, buscando llegar a nuestro dueño y sorprendentemente, logrando matarle, creando conmoción, todas las puertas se abrieron y mientras todos corrían, yo me quedé estática en mi lugar a la espera de que otra figura de autoridad llegase para encerrarnos de nuevo.
—¿Qué haces ahí? Muévete, corre.
El hombre signo de tierra, con sus ropas ensangrentadas, su físico imponente brillando por la misma y su sudor. Negué.
—No creas que eres un héroe o algo por el estilo ahora— le dije— no has salvado a nadie.
—¿Una signo de fuego resignada? Pensé que eso era solo un sentimiento de signos de aire.
—Jódete.
—Vamos, yo te ayudo a escapar.
Le miré fastidiada.
—No necesito tu ayuda para nada.
—Cómo quieras.
Y siguió su camino, no tardó mucho en regresar sus pasos, maldiciendo entre dientes mientras todo se derrumbaba a nuestro alrededor, tomó mi mano y aunque me negué a ir con él, resultó tener mayor fuerza a la mía pues no le fue difícil arrastrarme, me atrajo a su pecho y cubrió mi cabeza con sus brazos, los escombros no dejaban de caer y ninguno de los dos tenía fuerzas para intentar hacer uso de nuestras habilidades y al menos esquivarlos.
Escuché su alarido lleno de dolor y supe que estaba llevándose la peor parte de este escape obligatorio, sus piernas se movieron con rapidez una vez pudo y en ningún maldito instante me soltó, llegó a un punto en el que cargó de mi como si fuese alguna muñeca de valor importante y estuve por quejarme nuevamente, sin embargo las luces se apagaron para mi y el bajón de energía que tuve fue completo, me desmayé aún en sus brazos.
Cuando desperté, me encontré a mi misma atrapada en medio del grupo de los elementos tierra, uno al que no pertenecía pues yo soy fuego.
Y en medio de esta gigantesca isla, las posibilidades de encontrar a mi equipo son casi nulas.
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